
Ayer se agregó una película a mi lista de afectos cinematográficos. Se trata de Little miss sunshine. Una familia norteamericana común, digamos. El padre, un hombre con la ambición de convertir a su plan de nueve pasos para alcanzar la felicidad y ser un ganador, en el próximo éxito en ventas de la sección autosuperación de las librerías. La madre, una mujer trabajadora y respetuosa de la vida de los demás, que fuma a escondidas de su esposo y tiene el rostro algo cansado. Su hermano, gay suicida, experto en Proust, desilucionado de las relaciones y abandonado por la academia, donde muchas veces triunfa más la inteligencia para venderse que la inteligencia misma,una típica confusión contemporanea. El hijo, un adolescente con aspiraciones de altísima pureza espiritual, imbuído en un ambiente de vidas frustradas e ilusiones rotas, sumido en un voto de silencio alentado por la lectura de Nietzsche. La hija, una niña lindísima que quiere ser reina de belleza, y mira sin parar en su televisor, cómo las reinas fingen cada gesto, para después imitarlas a su manera. Y por último el abuelo, un cocainómano pornoadicto, franco y descarnado, que entrena a su nieta para ser reina de una manera bastante particular. En fin, una familia típica, con la cual el cocktail fílmico es de lo mas divertido, tierno, dramático, duro y único, que he visto desde hace mucho. Por eso entra en mi lista de afectos, y por eso no sigo hablando de ella, para que se animen a verla.