miércoles, enero 17, 2007

En un país de sordos

Escribe la comentarista de El Tiempo desde Berlín: Para su premiere, el director colombiano y el director musical del programa Debut de la emisora, Wolfgang Hagen, escogieron un repertorio "tan armónico como complicado" que comenzó con la sinfonía No. 25, de Mozart, una de las dos únicas sinfonías compuestas por el austriaco en clave menor.

Bueno, "tan armónico como complicado", es una opinión que poco nos dice del programa. ¿Por qué armónico? ¿Qué es lo complicado?. La verdad no le veo nada de armónico a un programa constituído por Mozart, un concierto para contrabajo de Bottesini (?), la rapsodia sobre un tema de Paganini Op 43 para piano y orquesta de Rachmaninov y la suite para orquesta de la ópera El mandarín maravilloso de Béla Bartók, de hecho me parece un programa inmamable, pero bueno, son opiniones, y el que esté entre comillas, asegura que el comentario no es de quien firma la nota. Pero lo que sí no es aceptable, es que se diga que es una de las dos únicas sinfonias en clave menor del austriaco. Primero porque si son dos, ya pierden la cualidad de ser únicas, y segundo porque lo que uno espera de alguien que escribe sobre música es que sepa que la clave menor no existe, existe el modo menor, y las claves de sol fa y do. Pero qué se puede esperar de un periódico donde las reseñas de conciertos que no sean de Shakira brillan por su ausencia, y donde le dan toda clase de publicidad barata y sensiblera al "gran festival de música clásica de Cartagena" mientras que los realmente excepcionales conciertos que ofrece el Banco de la República en la sala Luis Angel Arango hasta dejaron de ser anunciados en sus páginas.

Un error de este tipo en el único (ahora sí) diario de circulación nacional es inaceptable. Entiendo que la música clásica sea una cuestión de pocos, y que esté lejos de ser un interés nacional, pero si comentan sobre ella, deberían escoger a gente apta para ello, que sé que la hay, porque estoy seguro que para hablar de futbol contratan gente que sabe, y así para las demás secciones, ¿Entonces por qué la música no merece el mismo tratamiento?

Tal vez por eso es que cuando a un niño en el colegio le piden un xilófono cromatico en la lista de útiles escolares, nadie en la tienda sabe que carajos puede ser ese aparato con tan extraño nombre y tan extraña característica. ¿Qué pensarían si le pidieran un eufonio?

Si queremos ser un país que entienda que lo que pasó en Cartagena no fue lo que nos hicieron ver los diarios, falta educar, y no es dificil, sólo que nos pueden más las ganas de matarnos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tá bien, pero al menos ella acertó en que sólo son dos en menor. Tocó revisar el catálogo para confirmar el datico... jeje.

Irving dijo...

El dato es correcto, la 25 y la 40 en sol menor. Pero no es raro lo de su obstinación por las tonalidades mayores. Lo que si encontré raro es que de sus 27 conciertos para piano, sólo hay dos en menor, y lo mismo pasa con sus 17 sonatas. Además por qué 17, 27 y 41, aversión a los pares?

Anónimo dijo...

Sobre números habría que consultarle a nuestra pianista numeróloga... y no creerle. Con respecto a pares, hay al menos tres en menor: Sinf.40, conciertos 20 y 24. Si el tipo hubiera vivido más esos números serían otros. La proporción de mayores es asombrosa, en efecto... ¿Tendrá que ver con el carácter casi siempre amable de su música (la complaciente y tranquila perfección), o con que pese a su genialidad era más bien un ser feliz? Para ellos sí era importante el rol expresivo de los modos. Pensemos en la personalidad del Beto y su muy distinta proporción de obras en menor.

Irving dijo...

Pero la coincidencia rara es que haya muerto dejando 17 sonatas para piano, 27 conciertos para piano, y 41 sinfonías, y que entre esas 85 obras, hayan sólo 6 en tonalidad menor, que si las restamos serían 79 (primo)en mayor, y que 79 es el primo No 21, que coincide con....

Yo creo que tiene que ver más con la complacencia que con la "felicidad del modo mayor" pues este puede ser tan reflexivo y grave como su lánguido contrario, pero en manos de Mozart tiende hacia la amabilidad. Él era una figura mas pop que el Beto, y bueno, tal vez prefería entretener a pasar por pesado.

Anónimo dijo...

Es decir, si Madona hubiera vivido en el siglo XVIII en Viena...
Y ¿qué hacen los mozarts de hoy? Sería absurdo pensar que no hayan nacido otros cerebros similares a ese, por genial que fuera. Hay muchísima gente creando música en nuestra época. ¿quienes son los amadeo-equivalentes, y qué hacen?
¿O es que la ausencia de un lenguaje dado y consolidado hoy dificulta el impresionante despliegue creativo y la increíble facilidad del original? ¿O es que sí se da y no lo sabemos reconocer?

Irving dijo...

Hoy no hay mozarts, la idea del genio la acabó el mercado de la imagen, y si exisitieran, creo que harían música para películas, y no esperarían que sean partituras geniales, a nadie le importa realmente, hay muy buenos músicos, si se quiere geniales, pero es otra cosa.

Ya se sabe qué le gusta a la gente, tal vez gracias a mozart y sus contemporaneos, quienes se pusieron en la tarea de hacer las cosas más fáciles para el oyente. Pero la ausencia de genios sólo hace las cosas más interesantes, yo oigo destellos de genialidad en bob marley, blondie, sufjan stevens, billie holiday y en muchísimas músicas, pero me parece mejor verlos como un humano más amante del sonido, que lo trabaja artesanalmente y no como enviados de dios.