sábado, abril 21, 2007

Los efectos musicales

Leí esto en una cartelera del conservatorio. Buscándolo en internet lo encontré de nuevo en la página Bogomusic y de ahí me lo apropié para ponerlo aca con algunos cambios y dos adiciones criollas. Espero los divierta como a mí.

Recientes estudios científicos revelaron que la música de ciertos compositores influía en el desaorrollo de los niños, si estos la escuchaban a temprana edad. A continuación un listado de los distintos efectos encontrados.


EFECTO PAGANINI: El niño habla muy rápido y con palabras extravagantes pero nunca dice nada importante.

EFECTO BRAHMS: el niño habla con una gramática y un vocabulario maravillosos siempre que sus frases contengan múltiplos de 3 (3, 6, 9 palabras, etc.). Sin embargo, sus frases de 4 o 8 palabras resultan bobas y poco inspiradas.

EFECTO WAGNER: el niño se torna megalómano. Es posible que termine casándose con su hermana.

EFECTO BRUCKNER: El niño habla muy lento, se repite con frecuencia y adquiere reputación de profundidad.

EFECTO MAHLER: el niño grita sin parar a todo pulmón durante varias horas diciendo que se va a morir.

EFECTO SCHOENBERG: el niño nunca repite una palabra antes de usar todas las otras de su vocabulario. A veces habla al revés y con el tiempo la gente le deja de poner atención. El niño opina que esto se debe a la incapacidad de la gente de entenderlo.

EFECTO IVES: el niño desarrolla una habilidad fenomenal para mantener varias conversaciones al mismo tiempo.

EFECTO STRAVINSKY: el niño tiene una tendencia pronunciada a explosiones de temperamento salvaje, estridente y blasfemo que frecuentemente causan escándalos en el jardín infantil.

EFECTO JOHN CAGE: el niño no habla nada durante 4 minutos y 33 segundos. Es el niño preferido de 9 de cada 10 profesores.

Otra versión de EL EFECTO JOHN CAGE ES: El niño no dice nada durante 4 minutos y 33 segundos. De diez profesores, cinco creen que es un idiota y los otros cinco que es un genio.

EFECTO BOULEZ: el niño balbucea bobadas todo el tiempo. Después de un tiempo a la gente ya no le parece gracioso, sin embargo poco importa pues sus amiguitos creen que es un genio.

EFECTO PHILLIP GLASS: el niño acostumbra decir lo mismo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…Aunque él asegura que nunca dice lo mismo, nadie se ha quedado escuchándolo mucho tiempo para comprobarlo.

EFECTO ARVO PÄRT: el niño dice tan solo cuatro palabras y deja sumidos a todos lo que lo oyen en una profunda depresión.

Y para la fauna local me atrevo a formular los siguientes:

EFECTO RODOLFO ACOSTA: el niño aparece inscrito en muchos colegios simultáneamente, públicos y privados. Sin embargo nadie dice conocerlo y menos haber oído de él.

EL EFECTO MOISÉS BERTRÁN: el niño habla con acento extraño, al parecer porque quiere imitar a todos los niños anteriormente citados.

viernes, abril 13, 2007

Mas basura

El anterior escrito fue motivado por un artículo de la revista semana que leí en su versión electrónica. En él, la falta de un periodismo cultural se hace más que evidente. Quienes están opinando en este país sobre "cultura" son un puñado de idiotas, con silicona en el cerebro y poder inmerecido para transmitir su baba. Lo peor de todo el asunto es que tienen credibilidad, aunque en sus escritos sólo se lea la palabra basura. Pues sí, nos hemos vuelto consumidores de basura y basura decidieron darnos. En forma de protesta les dejo el siguiente párrafo:

Basura basura basura basura basura basura, basura basura basura basura. Basura, basura, basura , basura, basura , basura, basura, basura, basura basura basura. Basura basura basura basura basura.


Despues de escribirlo varias veces, se refunde el significado y sólo queda la imagen, o en mi caso el sonido; la forma, no el contenido.

Da rabia que nos ganen la batalla los medios, y que nos hayan hecho olvidar de los contenidos. La cultura ahora es silicona, culo y baba.

Por otro lado, quedé impresionado con un grupo de danza que vi en televisión (claro está, no lo vi en rcn ni en caracol), lastimosamente no alcancé a verlo desde el comienzo, y los créditos del final pasaron tan rapido que me cogieron de sorpresa y apenas quedé con la vaga información de que era un grupo de danza brasilero, aunque por la calidad del montaje pensé sería europeo, más no, no en toda latinoamérica se conforman con un par de tetas. La coreografía, el diseño del escenario, la música, todo maravillosamente junto. Y yo leyendo basura. Si alguien tiene el dato se lo agradecería. Lo pasaron en film and arts, y la escenografía era un simple y bellisimo juego de luces, donde predominaba el rojo.

miércoles, abril 11, 2007

De cómo un anónimo se arrepiente y aún así no queda conforme

Una bebida en mi mano; siempre algo de licor, no demasiado, el suficiente para sentirme ligeramente distinto, alterado. Miles Davis restregándome su improvisada perfección en cada frase, en cada prodigioso error de su trompeta ronca. Un libro en la otra mano, primero Nabokov desplegando toda su destreza para no decirme nada, y aún así maravillarme, después Caicedo, vivo en cada palabra, intenso, siento su respiración en la nuca, tan agitada como la mía pero irremediablemente más vital. Y entonces se manifiesta, el malestar ataca, me pone en pie y me arrastra hasta el computador, que dormía lastimosamente en una habitación sin gracia. Ni la bebida (aunque aún me acompaña), ni la suerte de melancolía de Miles, pudieron retenerme en ese momento de tranquilidad y equilibrio perfecto. Tenían que venir las palabras a interrumpir, violentas y torpes, como militares de una dictadura buscando pistas en una biblioteca. Y para qué, para no saber qué decir, para estar pensando y repensando cada palabra en esta suerte de estreñimiento retórico? Mierda, qué gran mentira. Hoy hice algo malo, injurié a un desconocido anónimamente, y me importó más la pulcritud de la injuria, su perfecta redacción, que la injuria misma. Es tonto pensar en eso, pero me sentí obligado a opinar y decir mitómano insufrible, a un tipo que vi una sola vez en mi vida, pero que terminó por entrometerse en conversaciones y pensamientos míos, sin proponérselo tal vez, pero incomodando, como todo dios falso. El caso es que ahí estaba el artículo, evidenciando una gran farsa, y ahí estaban sus seguidores ignorantes, ayudando a enturbiar lo que para mí es nítido e indiscutible: que este tipo es un farsante. No tengo pruebas, más que el sentido común y la lógica de marras. Pero aún así no me cabe duda de que la revista miente, que él miente, que sus seguidores creen en sus mentiras, que si no supiera lo que sé, no estaría escribiendo esto. Y entonces dudo de la supuesta integridad de la revista, de sus pomposos periodistas, de su historia intachable. Y qué tal que sí sea lo que dicen es, y sus conciertos cambien vidas, y llamarle maestrísimo sea apenas una mera cortesía al no encontrar palabras para describir lo que hacen sus dedos con el piano. Que tal que sea yo el equivocado, que mi ignorancia me haya dejado ciego y vea tan sólo el santo. Entonces me arrepiento de haber sido tan banal y ligero calificando con denuestos a un pobre tipo que podría ser fácilmente el mejor pianista de Colombia, y por que no, del mundo, del universo, porque si hay reinas universales debería haber también pianistas, y su estrafalario proceder sea el de un genio y no el de un farsante. Busqué en Google, en altavista, su nombre aparecía en dudosos artículos, nada que me dirigiera en la dirección del “loco genial” y no en mi propia versión de esa frase, la de “loca insufrible”. Más tarde vino el comentario de una tal Luz Angela, con quien sé, estudió. Lo ratificaba todo, le daba ánimos y me dejaba a mí sin palabras. ¿Estaba siendo injusto acaso? ¿Su éxito me molestaba tanto como para estar actuando mezquinamente sin sentido de la realidad, impulsado por la envidia y el temor al propio fracaso? No sé aún, pero volví a la página del nefasto artículo que tanta zozobra me produjo y escribí otro comentario, esta vez sin seudónimo, tratando de ser lo menos destructivo posible, como me enseñaron en esa clase aburridísima del colegio que reemplazó a la de religión. ¡Toda crítica debe ser constructiva! Casi un eslogan, un modo de vida, una moral y una ética. Creo haberlo logrado. Salirme con la mía dándole algo de crédito fue posible, como siempre, con artilugios retóricos y falsa erudición. No quedo conforme, quiero verdad, poder opinar sobre lo que digan mis oídos, no aportar más confusión e ignorancia al asunto. En definitiva, bien por él, sea cual sea su logro, y mal por mí. Lancé injurias que dolieron, o más bien, mezclé dos asuntos que no debían estar juntos con esa intención, la de causar daño, y calaron, pues la avalancha de frases reivindicatorias fue superior a cualquier expectativa mía al respecto. Lamento haber mentido, o haber confiado en mentiras de otros, que viene a ser lo mismo. Mas ratifico lo que pienso, y si les parece excesivo todo este asunto, discúlpenme, tenía que hacerlo. Aunque perfectamente hubiera podido quedarme en mi silla, con Miles y Caicedo, alejado del mundo y sus trampas. No fue así, y este escrito es la consecuencia.