lunes, enero 30, 2006

Para que la felicidad los inunde, los ahogue

Veo que son ya muy pocos los que cometen la imprudencia de meterse a esta página, y la verdad los entiendo. He prometido poner las fotos del viaje, pero nada, ni siquiera las disculpas. Mi padre las tiene refundidas en algún cajón de su oficina, y no parece tener mente para recordar llevarlas a casa de nuevo, siempre que le acuerdo me dice que ahí deben estar. ¿Ahí es algún lugar? eso espero.

Sean pacientes conmigo, los que me conocen saben que suelo quedar mal con muchas cosas, pero también saben que no salgo con chorros de babas (mentira), prefiero no hacer nada. Como ayer, que teniendo mucho por hacer no hice nada, y fue delicioso. Todo empezó por el dolor de cabeza insoportable que me quedo de recuerdo de la noche anterior, noche que terminó muy temprano en la mañana, y que el whisky no da guayabo ¿entonces que era ese dolor?. Los dolores pasan y el sueño los espanta. Después de dormir durante toda la mañana y gran parte de la tarde, me levanté con ganas de comer, con muchas ganas de comer, cociné y fui feliz haciendo nada.

No se espanten ustedes con el sueño, acá sigo con ganas de escribir, sobre qué? acaso importa?
no creo. Mis últimas lecturas me dicen que en esta época no importa mucho el sobre qué, porque irremediablemente se termina escribiendo sobre el malestar de no poder decir lo que uno quiere con palabras, entonces salen cosas como estas, que son algo, son lo que el que lea quiera que sean, dejemosle a Dan Brown y a Cohelo las historias boniticas, las que a todos les gustan, con principios y finales bien claritos, para que todos entiendan, para que todos compren, para que todos sean felices.

domingo, enero 22, 2006

De uribe y las bienvenidas

Llego y me encuentro con noticias asquerosas. Las azafatas y el azafato repartieron, tan pronto empezó el vuelo hacia Bogotá, periódicos brasileros y también El Tiempo. En primera página, la noticia más importante de aquel día era la muerte de un niño a golpes por parte de sus padres. ¡Que buena bienvenida! Uribe hasta en la sopa y toda Suramérica hacia el otro lado, irremediablemente nos quedaremos solos, con nuestros paras en el poder y nuestras masacres legalizadas. Es triste que más de la mitad de la población esté en la pobreza y se siga pensando que la seguridad lo es todo. Tenemos índices de indigencia que dan vergüenza, y mientras, el presidente pensando en cómo hacerle para seguir en el poder por otros cuatro años. La ley de garantías no sirvió para nada, los carteles gigantes del partido U inundan la ciudad con los mismos nombres de siempre, pero ahora totalmente convertidos al uribismo, fanáticos del Mesías Álvaro. La política en Colombia se convirtió en fanatismo. Un Cartel por la avenida 30 decía UR E (con los espacios y todo), hace poco volví a pasar y ya iba por UR BE. Aun no se puede hacer campaña oficial pero nuestro jerarca siempre se sale con la suya, o si no se pone bravo y sale a relucir su mal genio pataletudo y empieza a difamar de los que alguna vez estuvieron de su lado pero se dieron cuenta de la trampa y la mentira de su discurso apologético a la violencia. Pardo fue el peor afectado hasta ahora. Es muy fácil inventar noticias si se está en el poder y muy difícil desmentirlas si es el fanatismo el que impera. Pero en fin, me iré a desayunar y pensaré en cosas más amenas, sólo quería poner algo en el blog y siempre termino escribiendo sobre lo que menos quiero.

lunes, enero 09, 2006

Monte-video (por las fotos, hasta que llegue a Bogotá)

Me leo y me leo y me encuentro muy arrogante, me caigo mal a veces. Estoy en Montevideo, una ciudad rara, sudando como marrano en un camion lleno de marranos haciendo el trayecto Girardot-Espinal, antes de convertirse en lechona. Recuerdo que prometí extenderme esta vez, pero son tantas las cosas que me alcanza para una novela, bien aburrida, eso si, pero novela.

Compré un libro de Monterroso, que es un regalo, uno de esos libros que en Bogotá no se consiguen facilmente, y de puro aburrimineto del turista me puse a ojearlo. Tiene unos cuentos que ya había leído en otros aburrimientos y que me gustan mucho. Después de leerlo uno se pregunta ¿y por qué no?. El cuento fecundidad lo recuerdo de memoria:

Hoy me siento bien, un Balzac. Estoy terminando esta linea

!que memoria! (esto lo digo yo, no Monterroso)

Entonces me pregunto por la validez del super proyecto, tal vez no tenga tanto que decir como les hago creer, entonces hablo de otras cosas. El caso es que estoy en Montevideo y me muero del calor, ya había mensionado que es una ciudad muy rara?

lunes, enero 02, 2006

De Lima y sus primeras impresiones, ya todas trasnochadas

Lo primero que recuerdo de Lima es su aroma a maní tostado. LLegamos de noche a la ciudad. LLegar de noche a una ciudad desconocida es siempre una experiencia extraña; se quiere ver, detallar, comparar, oir, pero todo cambia con la ausencia del sol, los ritmos de la ciudad son otros y sus habitantes se sumen en distintos rituales. Entonces antes que una primera vista panorámica de la ciudad, tengo impresiones difusas, aromas, luces y sonidos propios de la nocturnidad de cualquier metrópoli gigante como Lima, una de las más populosas de latinoamérica. Tengo eso y el delicioso aroma del maní tostado que nos dio la bienvenida mientras nos dirigíamos del distrito de Callao a la sofisticada Miraflores, pasando por una calle atestada de avisos de publicidad enormes, pollerias colosales y casinos de luces maravillosas.

LLegamos con hambre y aunque era algo tarde fuimos a comer a la calle de las pizzerias, un callejón estrecho donde se agolpan restaurantes, bares y discotecas, lo que se conoce como zona rosa. De los locales salían hombres borrachos. Nos encontramos con dos travestis en busca de trabajo y varios turistas bebiendo, caminando por ese callejon, buscando un lugar para comer. Ese día comimos una pizza, acompañada por la conocida desde mi infancia, gracias a la perubólica, papa a la huancaína. La papa estaba muy buena, pero no puedo decir lo mismo de la pizza. Ese fue mi primer encuentro con la gastronomía peruana, casi siempre un encuentro grato y delicioso.