lunes, enero 30, 2006

Para que la felicidad los inunde, los ahogue

Veo que son ya muy pocos los que cometen la imprudencia de meterse a esta página, y la verdad los entiendo. He prometido poner las fotos del viaje, pero nada, ni siquiera las disculpas. Mi padre las tiene refundidas en algún cajón de su oficina, y no parece tener mente para recordar llevarlas a casa de nuevo, siempre que le acuerdo me dice que ahí deben estar. ¿Ahí es algún lugar? eso espero.

Sean pacientes conmigo, los que me conocen saben que suelo quedar mal con muchas cosas, pero también saben que no salgo con chorros de babas (mentira), prefiero no hacer nada. Como ayer, que teniendo mucho por hacer no hice nada, y fue delicioso. Todo empezó por el dolor de cabeza insoportable que me quedo de recuerdo de la noche anterior, noche que terminó muy temprano en la mañana, y que el whisky no da guayabo ¿entonces que era ese dolor?. Los dolores pasan y el sueño los espanta. Después de dormir durante toda la mañana y gran parte de la tarde, me levanté con ganas de comer, con muchas ganas de comer, cociné y fui feliz haciendo nada.

No se espanten ustedes con el sueño, acá sigo con ganas de escribir, sobre qué? acaso importa?
no creo. Mis últimas lecturas me dicen que en esta época no importa mucho el sobre qué, porque irremediablemente se termina escribiendo sobre el malestar de no poder decir lo que uno quiere con palabras, entonces salen cosas como estas, que son algo, son lo que el que lea quiera que sean, dejemosle a Dan Brown y a Cohelo las historias boniticas, las que a todos les gustan, con principios y finales bien claritos, para que todos entiendan, para que todos compren, para que todos sean felices.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Entonces... ¡visitemos a Irving! ("Se escribe para ser leído").

Anónimo dijo...

Se escribe para leerse uno