jueves, diciembre 18, 2008
Auto-reportaje
¿Por qué eres músico?
Como tantas situaciones en la vida, no sé bien qué me llevó a ser músico. Seguramente fue un cúmulo de particularidades del espacio tiempo que sería imposible determinar en retrospectiva, sin caer en la dudosa imagen y concepción que construimos de nuestro pasado, pero más que imposible, sería inútil, como todo en la vida; pasa, sucede, es devenir, y la decisión de hacerme músico habrá sido parte de ese constante movimiento interno de las cosas, tal vez soy músico por el azar, en el sentido de destino que puede tener esa palabra, de inexorabilidad.
¿Consideras que ser un músico en Latinoamérica tiene alguna implicancia particular?
El problema con Latinoamérica, es que la misma denominación parece ser una imposición, algo que no nació de nosotros mismos. Somos latinoamericanos por que dicen que lo somos, y así, por el camino de la imposición también nos vendieron la idea de que somos la misma cosa desde Tierra del Fuego hasta el cañón del Río Bravo, y que nos une la condición del origen de nuestras lenguas. Desde ahí todo está mal, porque esa definición no tiene en cuenta ni las lenguas indígenas que se hablan en la mayoría de países “latinoamericanos” ni las no latinas de proveniencia europea como el ingles, hablado en algunas islas del caribe, que por su condición económica y por su organización social, tienen más relación con el centro y el sur del continente americano que con Europa o Norteamérica.
Entonces vemos que lo latinoamericano pasa más bien por el filtro de lo económico. Me hago una pregunta, ¿Latinoamérica dejaría de ser Latinoamérica si la diferencia entre clases sociales fuera menos marcada, es esa característica social y económica lo que nos une, más que nuestras supuestas convergencias culturales?. Y planteo otra: ¿es Latinoamérica una especie de marca supranacional creada para el turismo, que desde adentro, es decir desde nosotros mismos carece de peso semántico?. Latinoamérica no es un lugar, es una idea.
Para algunos el ser latinoamericano puede tratarse de la búsqueda identitaria en lo no europeo, y eso en sí es una formula aceptada, y me parece bien que haya gente que así lo piense, pero de ahí a que sea un deber ser con carga moral hay una gran diferencia, Latinoamérica como idea puede ser lo que queramos.
De alguna manera no importa el mecanismo que nos haga convencernos de algo, ya que inconcientemente, la forma en que hablamos, pensamos, actuamos y pensamos, depende en gran parte del entorno en el que crecimos, y nos conforma, hace parte de nuestra personalidad. Creo ser más cercano culturalmente a un mexicano, un argentino o un venezolano, que a un japonés, aún así soy conciente de las diferencias culturales que dentro de esos mismos países conviven, y de que tal vez pueda encontrar más similitudes con un japonés de clase media expuesto al mercado global de la manera en que yo he sido expuesto, que con un indígena Wayu de mi propio país. Entonces soy latinoamericano porque nací en uno de esos países que arbitrariamente decidieron meter en un mismo saco bajo la misma categoría, sin tener en cuenta las particularidades no sólo de cada uno, sino dentro de cada uno. Aunque Albania o Moldavia se encuentren en Europa, nunca se nos ocurriría pensar en esos países como los representantes de lo europeo, Europa también es una idea. Las ideas son modificables, flexibles, están hechas del mismo material del lenguaje y se prestan al juego. Si digo que no soy latinoamericano, qué sería, ¿Tengo que entrar en alguna categoría geográfica y social para ser?
Creer que se es en relación a un lugar es en sí un punto fundamental, porque nos dice que desde el lenguaje tenemos pleno conocimiento de lo determinante que resulta nacer y vivir en un sitio determinado, no sólo nos hace, sino nos hace ser. Uno dice: soy latinoamericano, soy colombiano, soy bogotano, soy porteño. Los lugares en los que vivimos determinan lo que somos. Pero pensar en Latinoamérica como una sola cultura, una sola idea, es lo que no entiendo. Yo me siento ante todo bogotano de clase media, difícilmente colombiano, y casi desconfío de mi latinoamericanidad, porque aquello que entiendo por el término, compromete mucho menos mi personalidad.
Y ahora, retomando la pregunta, tengo que decir que sí, implica muchas cosas ser músico en Latinoamérica. Pero es inevitable volver a las trampas del lenguaje y la valoración cultural de las palabras. ¿Cuando hablamos de músico, a cual músico nos referimos? Al de tradición europea en su enseñanza, salido de conservatorios y escuelas de música, o al músico sin “educación” musical, que sin embargo crea, muchas veces desde la tradición sin saberlo, y otras desde una intuición moldeada por el entorno donde crece y también sin saberlo o proponérselo hace tradición. Es complicado definirlo actualmente, pero para no extenderme inoficiosamente explico mi posición con la siguiente frase: defino al músico como el que hace música, ¿cuál?, cualquiera, y ¿qué es música?, lo que queramos que sea.
Pero te volviste a ir, entonces ese músico que defines como el que hace lo que quiere, es el mismo en La Paz que en Cambodia?
La necesidad de creación es la misma, difieren los contextos. El contexto latinoamericano está marcado en gran parte por una academia que no sabe donde situarse históricamente, si en el siglo XX ó en el XVIII, y no sólo eso, tampoco sabe donde situarse espacialmente, si a la rivera del Volga o a lo largo de Los Andes y el Amazonas. Esa incapacidad para tomar partido en la construcción de la “cultura oficial” ha sido una característica propia de la creación musical “culta” en Latinoamérica. Sin embargo en el lado de la música popular, o aquella que sí oye la gente, la riqueza es increíble, y yo diría que es allí donde se encuentra nuestra cultura oficial, no en la farsa de la academia. Creo hallar dos tipos de músicos latinoamericanos, los que esperan que del otro lado del charco les digan complacientes: muy bien, eso es Latinoamérica, y les den palmaditas en la espalda. Y por otro lado los que crean todo tipo de tradiciones culturales propias de un sub-continente diverso por antonomasia, sin esperar validación de nadie.
Pero pesan siglos de colonización
Sí, por desgracia y de mala manera. En la india, también con un pasado colonial hasta bien entrado el siglo XX, la imposición cultural no llegó a afinar escalas ni a imponer una “verdadera” academia. Acá el contexto era muy distinto, el encuentro de Colón con los indígenas americanos fue a mi parecer un choque de tiempos y espacios, y de eso nunca se puede salir bien librado. Es como si ahora se nos plantara una nave extraterrestre encima del edificio donde estamos, una locura. Lo que quedó de todo eso es lo que somos.
¿Pero qué pasó en la India para que fuera distinto?
Creo yo que cuando llega Vasco da Gama a las costas indias, el encuentro, aunque también fue de tiempos y espacios no se desarrolló de igual manera, de lado y lado había una tradición proveniente del mismo lugar, pero que se fue por distintos ramales. Aunque parezca increíble el Hindi junto a muchas otra lenguas habladas en la India y la mayoría de lenguajes hablados en Europa tienen un pasado común, por eso se le llama indoeuropeos. Es decir, creo que pesa mucho el hecho de encontrar pares del otro lado, Colón en cambio no se encontró con pares, o más bien, nunca los consideró como tal, se encontró con seres carentes de esa tradición, la que los humanizaría, y eso lo cambió todo. Con la India hubo intercambio comercial, en Centro y Suramérica fue directamente saqueo, apropiación e imposición.
¿Entonces no hubo espacio a la negociación?
No oficialmente. ¿Qué es el sincretismo aparte de una manifestación de bipolaridad?, los indígenas fueron una cosa antes de la conquista y otra después de ella. Lo que pensamos hoy de “lo indígena” es una construcción que modeló la conquista y la colonia. Me atrevería a decir que lo indígena es la bipolaridad, ese estar en dos tiempos y dos lugares.
Y volviendo al tema, ¿qué tiene que ver todo esto con la música?
La verdad no lo sé muy bien, pero determinar qué es lo que somos me parece un paso indispensable, así lleguemos a la conclusión de que somos un subcontinente acomplejado, que reniega su pasado pero vuelve a él cuando busca identidad, y quiere a toda costa llegar al paradigma, pero no se da cuenta que aunque le llegó tarjeta de participación, nunca fue invitado.
Con la música pasa lo mismo. Ya tenemos una tradición, que aunque en parte es europea, lo es también africana e indígena. Está en la salsa, el son, la chacarera, el vallenato, la cumbia, el tex mex, el tango, la champeta, etc. Pero la academia le da la espalada, creo que es fundamental dejar los complejos académicos impuestos a ciertas músicas, y lograr algo similar a lo que sucedió con el jazz. Y de hecho se hace, pero muy poco desde el conservatorio. Es una lástima.
Y dónde queda la música clásica, hay una tradición latinoamericana?
Hay grandes compositores que le han dado un respiro a la tradición europea, gracias a una visión no europea. Pero el gran merito lo tienen los llamados músicos populares, son los que verdaderamente han logrado una propuesta particular.
¿Y tú qué serias?
Un músico de academia que aunque aprecia profundamente la tradición europea, no quiere saber más de ella.
miércoles, noviembre 19, 2008
Pérdida mítica
martes, noviembre 18, 2008
Hombres de sal
lunes, noviembre 03, 2008
Little britain y capusotto
Espero que los disfruten tanto como yo.
viernes, octubre 24, 2008
Frases
-Nunca me ha preocupado el qué dirán, sino el cómo-
martes, octubre 21, 2008
Oh la la
Llegué tarde a clase, los que me conocen saben que es algo que hago a menudo, y aunque me ha generado problemas, no puedo evitarlo, me pueden más mis ganas de hacerle el quite a ese mezquino y arbitrario invento humano, y como ya no trabajo en un colegio, puedo hacerlo sin sentirme culpable de que unos niños estén sin RECIBIR MI SANTA PALABRA, haciendo de las suyas en los preciosos momentos de la mañana en que uno debería estar siempre entre las piernas de alguien, nunca oyendo las frases desabridas de un cura incapaz de decir algo significativo. Abrí la puerta y no estaba quien esperaba, así que pensé que había llegado antes. Cerré y le pregunté la hora a una mujer que estaba cerca. Me confirmó que era aún más tarde de lo que pensaba, y justo cuando iba a volver al salón, alguien salió a decirme que entrara. La clase esta vez estaba a cargo de un señor que pensé era español, por su acento, pero que con el transcurrir del tiempo se definió francés. No sabía por qué estaba ahí, ni de qué estaba hablando. Me senté a escucharlo. Decía cosas sobre Europa, sobre la historia, las guerras, la gente europea de posguerra; hablaba de escritores, de artistas, de bienestar, de una latinoamérica extraña, donde sólo había escritores y pintores (y ohh sorpresa, ningún músico). Se tenía confianza. Nos retaba a decirle cual era el pintor más importante del surrealismo latinoamericano, el segundo escritor vivo más importante de Argentina, cosas así, como si el pasado y el presente fueran un libro de historia ya escrito (por él). Nos dijo que podría darnos una cátedra de literatura latinoamericana de 60 horas (ese número, no otro), que conocía a todos los pintores, poetas, que esto y que aquello. En un punto fue más lejos, dijo que estaba seguro de que en Francia, si le preguntara esas mismas cosas a un grupo de estudiantes de secundaria (así dijo, ni siquiera universitarios), sabrían responderle. Yo, mientras tanto, tenía una discusión interna con este personaje, donde le decía que su idea de latinoamérica era bastante extraña, al igual que su idea de cultura, y de arte, y de dar conferencias, pero por sobre todo, le decía que por favor se sacara ese pañuelo rojo que llevaba en el bolsillo izquierdo de su chaqueta y se lo metiera en la boca, y así, siguiera dando la conferencia. Más tarde me enteré que era un representante del consulado francés en Argentina, nos visitaba porque el director de la maestría quería saber cómo sería confrontarnos a una visión de latinoamérica, fuera de nosotros mismos. Conmigo no funcionó mucho, y aunque me gusta pensar que no tengo una visión unívoca de la gente, que definir las personalidades es absurdo, cuando la única certeza es la muerte, empiezo a tener conflicto con los diplomáticos franceses, y a desconfiar de tanta "ayuda" francesa en nuestros países, de tanta alianza francesa, y por qué no, de tanto cine seudointelectual (francesmente insoportable). Salí con rabia, pero después me dije, tranquilo, de eso se trataba no? compórtate, quédate con la imagen del tipo tratando de decir algo con el pañuelo en la boca. Y ríete, sé políticamente incorrecto, de eso se trata el arte, de confrontar, dilo en algún escrito, pásale la idea a tu hermano para que haga un cortometraje, a uno de tus amigos artistas para que haga una instalación, quien quita, tal vez estés en un futuro en las palabras de un diplomático francés diciendo cuales eran los artistas más importantes de esta época en latinoamérica. (no me esperaba ese final, pero funciona de una manera retorcida). Au revoir.
domingo, octubre 05, 2008
En ridículo
Extraño el humor político en la televisión Colombiana, parece que la muerte de Jaime Garzón fue también la muerte de las ganas de opinar inteligentemente desde la cajita impositora (o cuadro de pared con parlantes), y no es que sea una lástima, sino más bien una preocupación. Cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿en qué tipo de países no existe la sátira política? ¿será que no hay nadie capaz de hacer pensar al país fuera de las columnas de opinión? y una última: ¿estaríamos dispuestos a ver ridiculizado a nuestro presidente?.
Voy a intentar responderlas. En Estados Unidos, país guerrerista, ombliguista y en general, muy extraño, hay toda una variedad de programas donde se hace sátira política directa, con nombres y hechos. Desde dibujos animados y programas cómicos con risas pregrabadas a talk shows, algunos tan directos que no dan cabida a la imaginación. No sé sobre sus efectos en la audiencia. Algunos pensaron que el documental de Michael Moore podría haber generado una reacción en los votantes, y de esa manera hicieron coincidir su lanzamiento con las fechas electorales, a ver si lograban influir en los resultados de la votación, pero no fue así, o al menos no significativamente. Ahora hasta el mismo Michael Moore perdió toda capacidad de impacto mediático y sus últimos documentales no tuvieron la acepatación de los anteriores. Hubo un efecto de desgaste, como si la tendencia fuera a evitar pensar que las cosas están mal, el verdadero estado de ellas lo sabemos, pero preferimos no comentarlo. Que la guerra en Irak es un invento para crear un clima de incertidumbre económico que favorece a los productores de petroleo no es un secreto para nadie, pero lo preocupante no es eso, sino que a pocos importa que así haya sido. Un país con esa capacidad para auto criticarse, debería ser también un país donde decisiones de ese tipo crearan un ambiente de rechazo frontal en la población, no sólo de inconformismo. El inconformismo en sí, sólo sirve para cambiar de bando ocasionalmente, cuando el desgaste haya hecho lo suyo, mas no para minar las relaciones de poder que creamos en nuestras democracias modernas, donde nos conceden la opinión y el derecho a burlarnos de nuestros gobernantes (en algunas), pero las decisiones sobre los posibles rumbos que se pueden tomar, las toman los mercados, ni siquiera los mismos políticos. Algunos antropólogos y sociólogos han llegado a afirmar que pasamos de ser Homo Sapiens, a Homo consumis, es decir que nuestro rasgo predominante, aquello que nos hace humanos según la ciencia, dejo de ser el pensamiento y se convirtió en el consumo. Consumo, luego existo. Consumir o no consumir, esa es la cuestión. Y volviendo a la pregunta inicial, sobre cómo es un país donde no existe la sátira política, puedo decir que es un país entregado al consumo. Cuando lo que importa son las cifras de desempeño económico, y no la minucia tras de ellas, las razones por las que mejoramos esos porcentajes, entramos en un círculo de abstracciones incomprensible y autoreferencial. ¿Los números crecen a nuestro favor para ser mejores personas o para ser mejores consumidores?. Desde esta perspectiva es fácil entender donde estamos, elegimos ser mejores consumidores, luchamos por ello, es nuestra nueva convicción.
La respuesta a la segunda pregunta es fácil de responder: no. Así como Uribe no ve quien lo pueda suceder. Triste pero cierto. Aunque pensándolo bien sí lo hay, sólo que pareciera que la brecha que marca en los posibles adversarios la política de seguridad democrática es demasiado ámplia para acortarla con propuestas que no impliquen odio y plomo. Mockus generó algo interesante, pero existe una tendencia a pensar que lo que Colombia necesita es "mano dura", eufemismo de plomo para quien disienta. Yo creo que de mano dura y estúpida ya hemos tenido suficiente, y ahora debemos es ablandarnos, dejar que la razón penetre un poco en nuestro actuar pasional, y convierta la seguridad en tranquilidad, y la democracia en igualdad. Tranquilidad igualitaria le llamaría a mi política de estado. Tranquilida para pensar y hacer, igualdad para reconocer al otro, por fin.
La tercera pregunta ya no tiene interés. El ridículo se logra cuando todos entendamos que este señor sigue ahí porque es el reflejo de nuestra incapacidad para crear una sociedad distinta, los que estamos en ridículo somos nosotros.
miércoles, septiembre 03, 2008
Las espirales futuras
Siempre me gustó esa manera que tiene el sujeto en cuestión de meterte en la situación de tacazo, sin ninguna explicación, de repente te zampa en medio de un entramado de relaciones complejo, al que asistes de manera voyerista, hasta incómoda diría. Como cuando se va a una fiesta familiar, siendo uno el único que no tiene parentesco con nadie en el lugar. Hay una incomodidad propia de la situación y al mismo tiempo un acceso inmediato a aspectos intimos de esos personajes y la manera como se han venido tratando que sobresalen por encima de cualquier formalidad. Esa manera de no narrar, de no contar, termina siendo la mejor para que dejemos nuestra pasividad como lectores, y empecemos desde la primera linea a construir más allá de las descripciones (que las habrá de alguna manera), a ser parte del relato. Es como ir a un concierto y encontrarse con que en el programa de mano aparece el nombre de uno, entre el de muchos otros violinistas, y antes de empezar el director te haga una seña enojado desde el escenario para que subas y te acomodes en la tercera linea de segundos. Obviamente en una circunstancia digamos literaria, no se llega tan lejos, tan sólo te pone desde otra perspectiva, tal vez no cómo violinista, pero sí como un intruso del cual nadie se da cuenta, un voyerista invisible, el ideal de cualquier voyerista, y aunque en general el cine y la literatura nos proponen eso, inspeccionar en las intimidades de otros como espectadores, Cortazár lo hace de manera tal, que terminas creyéndote parte de la cosa, no es algo que suceda fuera de uno, te involucra de manera más profunda.
Es la única novela que me queda por leer de él, y es también curiosamente uno de sus primeros intentos en el género, junto con Divertimento. Publicada postumamente y tal vez un ensayo de lo que serían sus novelas célebres. Pero lo más importante, como siempre, es que es un placer leerlo y comentarlo.
jueves, agosto 28, 2008
Superman
Mi abuelo finalmente murio, poco después de mi sueño, una curiosa coincidencia, y las serpientes salieron en un a clase de Lenguaje Simbólico dada por un rabino muy simpático. Se vuelve al mismo sitio, pero un poco más arriba, como en una espiral. El lenguaje es un virus.
jueves, agosto 14, 2008
Mientras duermo
miércoles, julio 30, 2008
Algo de aquí y de allá
Saul Bellow es otra cosa, afortunadamente, pero por el momento dejo así, tan sólo quería hacer presencia de alguna manera.
domingo, junio 29, 2008
Desde la caverna
A dos cuadras vive Charly García. Cuando subo las escaleras del subte en Bulnes, y salgo al no tan frío invierno porteño y me dirijo al apartamento; veo hacia arriba, hacia el séptimo piso del edificio de la esquina de Coronel Díaz y Santa Fe. Hace dos días que las luces están prendidas, ya debe estar de nuevo en su apartamento, recuperándose aún de la neumonía, que fue asunto nacional por estos lares como lo son en los nuestros las rupturas de Juanes o las demandas de Natalia Paris, nuestra adelantada anti-diva, precursora de la estupidez hecha forma de vida, esa misma que vendrían a vendernos como diversión los de la fox, cuando una jovencita de nombre Paris (¡oh coincidencias!), le decía a todos los jóvenes del mundo que lo único que importa es el dinero. Nosotros no tenemos un Charly, ese ser que cuando escupe sale en todos los diarios, el que siempre está en el ojo del huracán, inventando nuevas formas de sorprender a un público amarillista ansioso de miserias, no, nosotros tenemos seres míticos, las verdaderas estrellas, dioses apolíneos que pareciera solo piensan en el bien común, en salvar el mundo y besar niños con sida, los que están siempre bien, aún después de una ruptura amorosa, los que nunca dicen nada, porque nunca se les pregunta nada, los típicos seres mediáticos sin carne, que tanto gustan a quienes buscan vidas como las de ellos, sin sangre, sin vida, la mitificación de lo humano, de lo que en apariencia todos queremos ser. Charly es dionisiaco, un personaje incómodo, siempre borracho, siempre drogado, siempre en problemas, si no es un vaso de agua en la cara de Bjork, es un golpe en la cara a un actor de segunda que termina por desatar sentimientos de patria. Lo más parecido que tenemos a Charly en nuestro país dionisíaco de anhelos apolíneos, es a Cesar Vallejo, que por su condición de escritor, pasa desapercibido en un país de pocos lectores y su irreverencia tan sólo ofende a unos cuantos colombianos de “bien” que en vez de cagar, hacen popó. Pero afortunadamente Charly es mucho más que su propia imagen, cosa que no puedo decir de nuestras “estrellas” fugaces. Es un verdadero artista, (palabra perrateada por los presentadores de noticieros), y su fuerza creativa no está en lo que dicen los diarios, sino en su música, su verdadera arma de irreverencia para el mundo. Por estos días nada anda bien para el pobre, su disco nuevo resultó colgado en internet sin su consentimiento, está enfermo y su situación financiera es tan precaria que pensaba vender el apartamento de Santa Fe y Coronel Díaz para financiar el lanzamiento de su nuevo disco, que bueno, ya está entre el público, y ningún sello querrá comprarlo, una lástima. Pero por acá no sólo se habla de él, también está el flaco, otro gigante de pocos kilos que no para de hacer música y que a cambio de Charly, acaba de sacar su último disco y por lo que escuché en ese local en Corrientes, está muy bueno. La próxima semana será Leo Masliah y dentro de dos meses Laurie Anderson, y después Les Luthiers y The cure. Nada mal. Ojalá siga viendo la luz prendida en el apartamento de Charly, ya estará pensando en cómo salir de esta, es lo bueno de no ser una estrellita sin carne.
miércoles, abril 23, 2008
Aburrido
Recuerdo cómo era yo de alumno: nunca fui ejemplar, si los trabajos propuestos me parecían inocuos, me empeñaba en hacerlos a mi modo, y casi siempre fracasé en mi intento de ser comprendido por ese ser que aunque esté tan cerca, se ve tan lejano cuando uno es estudiante; el profesor. Las veces que me dediqué a hacer algo por gusto, no por requisito, y llegué con composiciones a la clase, con cosas pensadas realmente como más que un ejercicio , obtuve respuestas desconcertantes de quienes se supone deberían impulsar y apoyar las propuestas retadoras de sus alumnos. No fue así, cuando llegué con una invención a dos voces, con las características propias (aunque nunca enseñadas) de una invención muy Bach, con argumentos tonales propios, lo único que acertó a decir el profesor de entonces fue: ¿quien se lo hizo?. Ahora que lo pienso mi respuesta a debido ser más enérgica que la que pudorosamente me salió en ese momento, pero ya no importa. En otra ocasión me devolvieron un trabajo por no tener “cifrado”, pero era evidente que el profesor no se molestó siquiera por averiguarlo él mismo, ya que dicho sea de paso, no tenía nada que ver con el tema propuesto, al menos no de la manera planteada en clase y aportaba una mirada propia, que iba mucho más allá de la cuestión armónica. A regañadientes lo cifré y lo volví a entregar. Recibí un cinco y una notica en rojo que decía: ¡muy bien!. Eso era todo. Qué decepción. La idea de ser calificado por un ser que desde el otro lado llega a cada trabajo como una insoportable obligación laboral, no la conocía entonces. La conozco ahora que soy profesor y tengo que decir cualquier cosa sobre trabajos que no me gustan, sobre temas que no me interesan.
La vida académica puede convertirse en eso facilmente. Profesores que se dedican a predicar un conocimiento convencidos de que en efecto es importante y de manera arbitraria deciden qué está bien y qué está mal. Alumnos que van a clase por la obligación académica implícita de estudiar en una universidad y recibir un certificado númerico de ese “conocimiento” que los catalogará de buenos, regulares o malos estudiantes. A final de cuentas todos cumplen con su obligación, ya sea laboral o académica, pero pocas veces es más que eso. El sistema académico es un sistema impositivo, alguien en alguna parte decide qué es importante y cómo debe enseñarse. De ahí para abajo continúa la cadena de imposiciones. Me explico: las tendencias en educación suelen venir de aquellos lugares donde históricamente se tiene una tradición sólida en la forma de impartir conocimiento: las grandes universidades de Estados Unidos e Inglaterra. Allí se definen los intereses, las direcciones que debe tener el conocimiento. Es la tradición la que impone sus reglas. A estas universidades llegan algunas personas brillantes y otras simplemente adineradas. Algunas de esas personas brillantes logran publicar libros, no necesariamente brillantes ni reveladores, pero sí muy influyentes, ya que son emanados de la fuente misma del conocimiento contemporaneo, y eso tiene mucho peso en la academia. Esos libros se convierten con facilidad en libros de consulta obligatoria, los llamados libros de texto, y pasan a formar parte de la vida de todo universitario a nivel mundial. Esos mismos libros son traducidos y llevados por todo el mundo, se empieza a hablar mucho de ellos, y no tarda en llegar el momento en que aparecen nuevos libros, basados o inspirados en los primeros, aunque desde instituciones de menos tradición. Estos ibros de segunda generación, aunque pueden ser muy importantes, nacen a la sombra de los otros. A ningún estudiante le parecería coherente que su profesor universitario prefiriera un libro de texto editado por una universidad en el Congo, a uno salido de las imprentas de Harvard o Princeton, a no ser que ese libro editado en el Congo haya sido escrito por un estudiante de Harvard. En latinoamérica podemos aplicar indiferentemente el caso del Congo que aunque falso, puede ser posible. Nuestras universidades no están dentro de las más influyentes en ningún rango del conocimiento, y nuestros libros de texto, o son los que directamente vienen de lugares lejanos donde el conocimiento es “mejor” o son los escritos por algunos “afortunados tercermundistas” que hicieron el viajecito y se impregnaron de ese maná epistemológico que abunda en los prados de las universidades que ya mencioné. Los profesores rasos como yo, no tenemos de otra que aceptar que eso es lo que hay, y con eso se debe trabajar, somos simples medios de imposición. La academia debería ser un lugar para la generación de conocimiento, no para su propagación pasiva. Pero bueno, no es algo que me interese mucho, igual la academia no es lo mío.
domingo, abril 13, 2008
divagaciones de madrugada o how to turn sickness into unpopular songs
Estoy cansado de la gente. Estos han sido días de investigación inocua, de descubrimientos obvios, y estoy deprimido; si la depresión es ese estado de estar y no ser, o no querer ser, de andar sin ir, de hablar sin decir. Así es, nada me anima, nada me da verdadera risa, nada me parece verdaderamente importante, nada me conmueve, nada me fastidia siquiera, es como estar muerto. No puedo hacer otra cosa que dormir y estar por ahí echado, viendo televisión o en frente de esta pantalla de mierda, intentando hacer algo con toda esta nada de pensamientos y sentimientos, este vacío inmundo que nada puede llenar, que nisiquiera pretende ser llenado. Escribo estupideces: diarios de locos, artículos de asesinos en serie, letras sin sentido. Pienso mal de la gente, es como si ya no viera las máscaras, ahora veo lo de atrás, los rostros dejaron de ser construcciones de la personalidad, ahora son sólo una parte del cuerpo, su incidiosa presencia dejó de importarme, todos los rostros mienten, lo sé porque el mío miente, y desde ahí mido la realidad, desde mi esquina marginal. Soy un ser marginal entre los marginales. Es mi posición. He aprendido a quererla y respetarla. Nunca me han interesado los bienes, menos si conllevan responsabilidades que no pretendí tener en ningún momento. Creo en la libertad, los bienes atan, desgastan el alma. Cuando las personas empiezan a ser bienes para uno, pasa lo mismo, la pretensión de poseer, de querer dominar se vuelve una constante y comenzamos a ver a las personas en termnos materiales y ahí se pierde todo. No creo en el amor, no sé que es. En terminos religiosos tiene que ver con el respeto, y el respeto tiene que ver con la fidelidad, y la fidelidad tiene que ver con una idea loca de pretendernos monógamos, y la monogamia con una característica que naturalmente no se nos da muy bien, ¿entonces es el amor una imposición?. Desde otras orillas el amor es dar, y en ese sentido todo el que da ama, pero ese dar está delimitado a dar lo que el otro necesita, pero el otro puede necesitar algo que no podemos dar, y ahí empiezan los problemas, entonces amar es dar cuando se pueda y el otro quiera, que es lo mismo que decir nada. Según el diccionario es un sentimiento intenso de los seres humanos, que partiendo de su propia insuficiencia, necesitan de otros para el encuentro y la union, en cuyo caso, yo amaría a todas las personas con las cuales tengo alguna relación, entonces el amor es simplemente nuestra necesidad de relacionarnos con otros. Todo lo demás es mentira. No sé. Ese sentimiento intenso lo he sentido, algunas veces es incómodo, otras gratificante, otras desgastante. Pareciera que no hay terminos medios, o se ama apasionadamente y sin razón, o no se ama. La gente que no es capaz de amar suele pasar por inteligente, usan eso que ahora llaman inteligencia emocional, que no es otra cosa que ponerle precio a los sentimientos, y dependiendo de su valor, saber de cuales deshacerse y cuales conservar, es como una bolsa de sentimientos. A los que no tenemos esa “inteligencia” nos parece que es un atentado pensar en el amor como un bien, y defendemos nuestra noción del amor como si fuera la única posible y verdadera. Pero no sé, cuando no se cree en el amor, las dos estarían equivocadas. Aunque no creer en el amor es como no creer en Dios, implica su aceptación. Entonces no creo en el amor, sé que necesito de él para definirme frente a él mismo, ya que su presencia es más poderosa que lo que yo pueda pensar acerca de ella, es decir, nuestras apreciaciones no modifican el concepto, nos modifican a nosotros frente a él, ya que el concepto es inmodificable. Amor es amar, y amas cuando sientes ese sentimiento intenso de unirte a alguien más, basta, lo demás es mentira. Yo no creo en el amor, pero amo.
lunes, febrero 25, 2008
Chiqueros
Mi abuelo está loco, y aunque siempre lo estuvo, ahora se le nota más. No puede salir de una parte de su pasado, vuelve a ella en cada frase que dice, como si tuviera la mente atorada y lo único que puede hacer es tratar de desatorarla, pero el enredo es cada vez peor. No puedo evitar pensar en un chicle en el pelo. Es eso lo que le pasa. Quiere quitarse el chicle, pero solo empeora las cosas, y ya sabemos que quitarlo implica cortar el pelo, ¿pero en este caso qué implicaría?, nadie quiere saberlo, está viejo, se le permite desvariar, ser loco, senil. La muerte la tiene encima, aunque no parezca. Su aspecto de viejo saludable y enérgico no puede ocultar lo realmente grave, lo que ocurre en su cerebro, y nosotros ante todo somos cerebro, sin él dejaríamos de ser. Eso le pasa a mi abuelo. Los médicos dicen que es como si estuviera drogado, que no siente dolor y que no lo sentirá. Los médicos siempre dicen mentiras. No sabemos qué pasa por su cabeza, pero intuyo que él se da cuenta de algunas cosas; de su falta de coherencia, de su incapacidad de decir lo que quiere, de ese irremediable loop en el que anda metido y que lo aleja de sí mismo, yo creo que mi abuelo es consciente de su lento desvanecimiento hacia la nada, y eso, de alguna manera, tiene que doler.
Nunca tuve mayor relación con él, era difícil hablarle. He tratado de recordar alguna situación en particular donde los dos hayamos intercambiado algo, al menos una sonrisa, una frase de cariño, pero no recuerdo nada. Aún así, es irremediable pensar en su ausencia como algo que me involucra. Claro, es el padre de mi padre, su herencia navega en mi sangre, a eso, por más que quiera, no puedo renunciar. Pero no hay dolor, como dicen los médicos. Se trata de otra cosa, de un encuentro que hasta ahora viene a darse, un encuentro con ella, y si bien es tangencial, me pone a mirarla de ladito; socarronamente tras mi coraza de bienestar la veo caminar entre los míos, cada frase de mi abuelo que se desvía hacia la nube incomprensible de su cerebro, es un triunfo de ella, la tercera persona que está siempre en nosotros, la muerte.
Puedo decir que la muerte es algo ajeno a mi vida. Ningún familiar, ningún amigo ha sucumbido a ella. Pero estaría mintiendo. La muerte y su incómoda presencia está en mí desde que sé de mi propia vulnerabilidad, desde que dejé la inocencia tirada en algún lugar por allá en la pubertad, ese territorio oscuro por el cual todos pasamos y que termina por incrustarnos en la vida, con lo bueno y lo malo, con lo bonito y lo feo, con toda esa gama infinita entre lo uno y lo otro.
No sé qué vaya a ser de mi abuelo, dicen que se la pasa cantando y no se le ha visto triste. Tampoco se queja de dolor. Mi hermano le hizo una entrevista, estuvo muy entusiasmado mientras respondía a las preguntas que le hacía, pero se notaba en sus palabras un esfuerzo inusual, sobre todo para un hombre que se caracterizaba por tener un discurso nutrido y coherente, por más barbaridades que dijera, él era un tipo locuaz. En sus respuestas había una intención, pero en su cerebro una pelea. Es como si alguien hubiera entrado en una oficina y en un arrebato de histeria hubiera agarrado los archivadores, con sus carpetas y hojas legajadas pacientemente por una secretaria, y los hubiera estrellado contra el suelo, haciendo salir cada carpeta y cada hoja de su sitio, dejando el lugar hecho un chiquero. La información sigue allí, pero falta una secretaria paciente que quiera ponerlo todo en orden. Mientras tanto mi abuelo se vale de la única hoja que encontró a la mano, y la recita interminablemente, mientras busca desesperado la carpeta y el archivo al cual corresponde, entre el chiquero de su mente.
martes, febrero 12, 2008
Que marchen los militares
Me encontré con esto en el libro que llevo leyendo desde hace un año, pero como no tengo prisa por terminarlo, puedo leerlo como un nuevo libro cada que lo cojo, y eso me gusta de él, que no me pide mayor cosa. Es Herzog de Saul Bellow.
"El logro principal de este mundo ha sido la creación de un hombre. La vida privada de un solo hombre representa una monarquía más ilustre que cualquier otro reino de la historia. Reconozcamos que nuestra vida, tal como la llevamos, es vulgar y mezquina...Por ahora no somos hombres hermosos y perfectos...La comunidad en que vivimos no soportará oír que todos los hombres han de estar dispuestos para el éxtasis o para una iluminación divina"
Y por último un HIJUEPUTAZO al ministro de agricultura y otro igual de grande para las fuerzas oscuras de este país, que lograron la payasada del 4 de febrero, definitivamente algo para los anales de la historia, como dijeron en los periódicos y noticieros, para los anales de la estupidez.
sábado, enero 19, 2008
Big shit
El universo se expande cada vez más rápido, la fuerza o energía que causa ese aceleramiento es desconocida. Algunos científicos creen que el destino último del universo se dará cuando la expansión sea tal, que no habría forma de mantener cohesión en la materia y se disgregará cada partícula en el espacio-tiempo y el universo, para aquellos dioses que tengan el privilegio, será un magnífico show de juegos pirotécnicos. Otros científicos creen que no sucederá tal cosa, sino todo lo contrario, que el universo implosionará, causando grandes dosis de insatisfacción en algunos dioses.
Una teoría se llama Big Rip, la otra Big Crush, y ambas nacen de la conocida por todos, Big Bang. Big Rip me da un poco de miedo, RIP es lo que está escrito en la cruz no? y si obviamos que no coinciden los idiomas, sería algo así como un gran descanso en paz. Requiescat in pace. El fin. Nada. Vacío. Silencio. Paz. El Big Crush me lo imagino como cuando se mata a una cucaracha de un buen chancletazo. Ahí está el universo; inquieto, volátil, siempre cambiante, exasperante a los ojos de un dios joven. Tan solo quitarse la chancla y zamparle un buen golpe. !!Zuaz!! crrrack. Adios cucaracha. Adiós universo cucaracha, adiós a tu insoportable inestabilidad. Y entonces el joven dios puede volver a la tranquilidad e ir a hacer lo que más le gusta: molestar a las hormigas, estallar caracoles contra superficies rocosas, intimidar a sus compañeritos más sensibles y hacerse la paja en baños públicos, cosas de jóvenes.
La energía oscura es aquello que causa la expansión, así le pusieron los científicos, pero en inglés, esas cosas generalmente se hacen en ingles. El caso es que no saben qué es, o eso dicen, de resto lo saben todo muy bien, hasta tienen una ecuación para saber cuando va a pasar eso que dicen va a pasar con el universo y saben su edad (la del universo) con un margen de error del 1%. ¿Muy bien no?. Hacen un buen trabajo y le ponen nombres chistosos a sus teorías. Por demás, escriben textos simpáticos, que si no fueran tan serios, podríamos leerlos como las disquisiciones de un grupo de locos en un sanatorio.
Pero esas cosas son serias. La ciencia, como yo me la imagino, es un juego de dioses insolentes. Nada serio. Nada importante.
Continuara…