miércoles, abril 23, 2008

Aburrido

La universidad está cerrada, y aunque suene mezquino y egoísta, estoy feliz de que así sea. Me cansé de dar clases, definitivamente no es para mí. No creo que pueda enseñarle nada a nadie, y ahora que estoy del otro lado, empiezo a desconfiar de quienes se creen aquello.

Recuerdo cómo era yo de alumno: nunca fui ejemplar, si los trabajos propuestos me parecían inocuos, me empeñaba en hacerlos a mi modo, y casi siempre fracasé en mi intento de ser comprendido por ese ser que aunque esté tan cerca, se ve tan lejano cuando uno es estudiante; el profesor. Las veces que me dediqué a hacer algo por gusto, no por requisito, y llegué con composiciones a la clase, con cosas pensadas realmente como más que un ejercicio , obtuve respuestas desconcertantes de quienes se supone deberían impulsar y apoyar las propuestas retadoras de sus alumnos. No fue así, cuando llegué con una invención a dos voces, con las características propias (aunque nunca enseñadas) de una invención muy Bach, con argumentos tonales propios, lo único que acertó a decir el profesor de entonces fue: ¿quien se lo hizo?. Ahora que lo pienso mi respuesta a debido ser más enérgica que la que pudorosamente me salió en ese momento, pero ya no importa. En otra ocasión me devolvieron un trabajo por no tener “cifrado”, pero era evidente que el profesor no se molestó siquiera por averiguarlo él mismo, ya que dicho sea de paso, no tenía nada que ver con el tema propuesto, al menos no de la manera planteada en clase y aportaba una mirada propia, que iba mucho más allá de la cuestión armónica. A regañadientes lo cifré y lo volví a entregar. Recibí un cinco y una notica en rojo que decía: ¡muy bien!. Eso era todo. Qué decepción. La idea de ser calificado por un ser que desde el otro lado llega a cada trabajo como una insoportable obligación laboral, no la conocía entonces. La conozco ahora que soy profesor y tengo que decir cualquier cosa sobre trabajos que no me gustan, sobre temas que no me interesan.

La vida académica puede convertirse en eso facilmente. Profesores que se dedican a predicar un conocimiento convencidos de que en efecto es importante y de manera arbitraria deciden qué está bien y qué está mal. Alumnos que van a clase por la obligación académica implícita de estudiar en una universidad y recibir un certificado númerico de ese “conocimiento” que los catalogará de buenos, regulares o malos estudiantes. A final de cuentas todos cumplen con su obligación, ya sea laboral o académica, pero pocas veces es más que eso. El sistema académico es un sistema impositivo, alguien en alguna parte decide qué es importante y cómo debe enseñarse. De ahí para abajo continúa la cadena de imposiciones. Me explico: las tendencias en educación suelen venir de aquellos lugares donde históricamente se tiene una tradición sólida en la forma de impartir conocimiento: las grandes universidades de Estados Unidos e Inglaterra. Allí se definen los intereses, las direcciones que debe tener el conocimiento. Es la tradición la que impone sus reglas. A estas universidades llegan algunas personas brillantes y otras simplemente adineradas. Algunas de esas personas brillantes logran publicar libros, no necesariamente brillantes ni reveladores, pero sí muy influyentes, ya que son emanados de la fuente misma del conocimiento contemporaneo, y eso tiene mucho peso en la academia. Esos libros se convierten con facilidad en libros de consulta obligatoria, los llamados libros de texto, y pasan a formar parte de la vida de todo universitario a nivel mundial. Esos mismos libros son traducidos y llevados por todo el mundo, se empieza a hablar mucho de ellos, y no tarda en llegar el momento en que aparecen nuevos libros, basados o inspirados en los primeros, aunque desde instituciones de menos tradición. Estos ibros de segunda generación, aunque pueden ser muy importantes, nacen a la sombra de los otros. A ningún estudiante le parecería coherente que su profesor universitario prefiriera un libro de texto editado por una universidad en el Congo, a uno salido de las imprentas de Harvard o Princeton, a no ser que ese libro editado en el Congo haya sido escrito por un estudiante de Harvard. En latinoamérica podemos aplicar indiferentemente el caso del Congo que aunque falso, puede ser posible. Nuestras universidades no están dentro de las más influyentes en ningún rango del conocimiento, y nuestros libros de texto, o son los que directamente vienen de lugares lejanos donde el conocimiento es “mejor” o son los escritos por algunos “afortunados tercermundistas” que hicieron el viajecito y se impregnaron de ese maná epistemológico que abunda en los prados de las universidades que ya mencioné. Los profesores rasos como yo, no tenemos de otra que aceptar que eso es lo que hay, y con eso se debe trabajar, somos simples medios de imposición. La academia debería ser un lugar para la generación de conocimiento, no para su propagación pasiva. Pero bueno, no es algo que me interese mucho, igual la academia no es lo mío.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Irving. Me parece muy interesante su reflexión. No solo porque yo probablemente esté dentro de poco tiempo en la misma situación de profesor, pero también por eso. Yo tengo la sensación de que en mi carrera de filosofía me dejé influir demasiado por las opiniones de los profesores y, aun peor, de los monitores, y perdí de vista lo que más me interesaba en la carrera y alguna fuerza original que tenía, y que ahora me gustaría recuperar.
En todo caso, soy optimista, y me gustaría pensar que hay alguna solución...
Hace rato que no comentaba, pero no he dejado en ningún momento de seguir su blog.
Un saludo,
Daniel

Anónimo dijo...

Deberia decirle eso a sus estudiantes, !la verdad!, Trasmitale sus dudas,a lo mejor resulta mucho mejor que dejar pasar sus pensamientos en vano por la pantalla. Cuando un es estudiante no aprende solo de lo que le toca, de hecho casi nunca logra eso, sino seriamos todos estudiantes 10. Aprende de la persona, del ser humano...yo creo que usted tiene mucho que dar...

Hazzaselo dijo...

hola Irving, sabes algo? hace mucho tiempo me cuestionaba muchas cosas al respecto, cuando fui auxiliar docente, con el camino que debia tener y bede tener la educacion, y asi como hay libros muy buenos salidos de oxford o harvard, tambien hay cosas muy interesantes que se gestan en nuestras universidades con presupuestos precarios, pero con una vision y un talento que desborda con creces las deficiencias a las cuales debe enfrentarse. El conocimiento es algo dinamico, no es estatico, tu no puedes enseñar (y ojala nunca llegues a hacerlo) como tus maestros y profesores, porke ellos estuvieron en un ciclo y tu estas en otro, lo importantes es conjugar a tus alumnos en las cosas que dia a dia quieras trasmitir, y todos tenemos algo que enseñar, que compartir y que aprender, es algo reciproco, solo debes buscar los medios necesarios para no repetir los errores del sistema, ni caer en las faltas que señalas... chino yo tengo fe en ti, y seguro estoy que de ti depende crear gente con criterio, asi no terminen sabiendo nada de musica, en ultimas eso es lo que en verdad importa no es cierto?

Anónimo dijo...

ABURRIDO