jueves, diciembre 18, 2008

Auto-reportaje


¿Por qué eres músico?


Como tantas situaciones en la vida, no sé bien qué me llevó a ser músico. Seguramente fue un cúmulo de particularidades del espacio tiempo que sería imposible determinar en retrospectiva, sin caer en la dudosa imagen y concepción que construimos de nuestro pasado, pero más que imposible, sería inútil, como todo en la vida; pasa, sucede, es devenir, y la decisión de hacerme músico habrá sido parte de ese constante movimiento interno de las cosas, tal vez soy músico por el azar, en el sentido de destino que puede tener esa palabra, de inexorabilidad.

¿Consideras que ser un músico en Latinoamérica tiene alguna implicancia particular?

El problema con Latinoamérica, es que la misma denominación parece ser una imposición, algo que no nació de nosotros mismos. Somos latinoamericanos por que dicen que lo somos, y así, por el camino de la imposición también nos vendieron la idea de que somos la misma cosa desde Tierra del Fuego hasta el cañón del Río Bravo, y que nos une la condición del origen de nuestras lenguas. Desde ahí todo está mal, porque esa definición no tiene en cuenta ni las lenguas indígenas que se hablan en la mayoría de países “latinoamericanos” ni las no latinas de proveniencia europea como el ingles, hablado en algunas islas del caribe, que por su condición económica y por su organización social, tienen más relación con el centro y el sur del continente americano que con Europa o Norteamérica.
Entonces vemos que lo latinoamericano pasa más bien por el filtro de lo económico. Me hago una pregunta, ¿Latinoamérica dejaría de ser Latinoamérica si la diferencia entre clases sociales fuera menos marcada, es esa característica social y económica lo que nos une, más que nuestras supuestas convergencias culturales?. Y planteo otra: ¿es Latinoamérica una especie de marca supranacional creada para el turismo, que desde adentro, es decir desde nosotros mismos carece de peso semántico?. Latinoamérica no es un lugar, es una idea.
Para algunos el ser latinoamericano puede tratarse de la búsqueda identitaria en lo no europeo, y eso en sí es una formula aceptada, y me parece bien que haya gente que así lo piense, pero de ahí a que sea un deber ser con carga moral hay una gran diferencia, Latinoamérica como idea puede ser lo que queramos.
De alguna manera no importa el mecanismo que nos haga convencernos de algo, ya que inconcientemente, la forma en que hablamos, pensamos, actuamos y pensamos, depende en gran parte del entorno en el que crecimos, y nos conforma, hace parte de nuestra personalidad. Creo ser más cercano culturalmente a un mexicano, un argentino o un venezolano, que a un japonés, aún así soy conciente de las diferencias culturales que dentro de esos mismos países conviven, y de que tal vez pueda encontrar más similitudes con un japonés de clase media expuesto al mercado global de la manera en que yo he sido expuesto, que con un indígena Wayu de mi propio país. Entonces soy latinoamericano porque nací en uno de esos países que arbitrariamente decidieron meter en un mismo saco bajo la misma categoría, sin tener en cuenta las particularidades no sólo de cada uno, sino dentro de cada uno. Aunque Albania o Moldavia se encuentren en Europa, nunca se nos ocurriría pensar en esos países como los representantes de lo europeo, Europa también es una idea. Las ideas son modificables, flexibles, están hechas del mismo material del lenguaje y se prestan al juego. Si digo que no soy latinoamericano, qué sería, ¿Tengo que entrar en alguna categoría geográfica y social para ser?
Creer que se es en relación a un lugar es en sí un punto fundamental, porque nos dice que desde el lenguaje tenemos pleno conocimiento de lo determinante que resulta nacer y vivir en un sitio determinado, no sólo nos hace, sino nos hace ser. Uno dice: soy latinoamericano, soy colombiano, soy bogotano, soy porteño. Los lugares en los que vivimos determinan lo que somos. Pero pensar en Latinoamérica como una sola cultura, una sola idea, es lo que no entiendo. Yo me siento ante todo bogotano de clase media, difícilmente colombiano, y casi desconfío de mi latinoamericanidad, porque aquello que entiendo por el término, compromete mucho menos mi personalidad.
Y ahora, retomando la pregunta, tengo que decir que sí, implica muchas cosas ser músico en Latinoamérica. Pero es inevitable volver a las trampas del lenguaje y la valoración cultural de las palabras. ¿Cuando hablamos de músico, a cual músico nos referimos? Al de tradición europea en su enseñanza, salido de conservatorios y escuelas de música, o al músico sin “educación” musical, que sin embargo crea, muchas veces desde la tradición sin saberlo, y otras desde una intuición moldeada por el entorno donde crece y también sin saberlo o proponérselo hace tradición. Es complicado definirlo actualmente, pero para no extenderme inoficiosamente explico mi posición con la siguiente frase: defino al músico como el que hace música, ¿cuál?, cualquiera, y ¿qué es música?, lo que queramos que sea.

Pero te volviste a ir, entonces ese músico que defines como el que hace lo que quiere, es el mismo en La Paz que en Cambodia?

La necesidad de creación es la misma, difieren los contextos. El contexto latinoamericano está marcado en gran parte por una academia que no sabe donde situarse históricamente, si en el siglo XX ó en el XVIII, y no sólo eso, tampoco sabe donde situarse espacialmente, si a la rivera del Volga o a lo largo de Los Andes y el Amazonas. Esa incapacidad para tomar partido en la construcción de la “cultura oficial” ha sido una característica propia de la creación musical “culta” en Latinoamérica. Sin embargo en el lado de la música popular, o aquella que sí oye la gente, la riqueza es increíble, y yo diría que es allí donde se encuentra nuestra cultura oficial, no en la farsa de la academia. Creo hallar dos tipos de músicos latinoamericanos, los que esperan que del otro lado del charco les digan complacientes: muy bien, eso es Latinoamérica, y les den palmaditas en la espalda. Y por otro lado los que crean todo tipo de tradiciones culturales propias de un sub-continente diverso por antonomasia, sin esperar validación de nadie.

Pero pesan siglos de colonización

Sí, por desgracia y de mala manera. En la india, también con un pasado colonial hasta bien entrado el siglo XX, la imposición cultural no llegó a afinar escalas ni a imponer una “verdadera” academia. Acá el contexto era muy distinto, el encuentro de Colón con los indígenas americanos fue a mi parecer un choque de tiempos y espacios, y de eso nunca se puede salir bien librado. Es como si ahora se nos plantara una nave extraterrestre encima del edificio donde estamos, una locura. Lo que quedó de todo eso es lo que somos.

¿Pero qué pasó en la India para que fuera distinto?

Creo yo que cuando llega Vasco da Gama a las costas indias, el encuentro, aunque también fue de tiempos y espacios no se desarrolló de igual manera, de lado y lado había una tradición proveniente del mismo lugar, pero que se fue por distintos ramales. Aunque parezca increíble el Hindi junto a muchas otra lenguas habladas en la India y la mayoría de lenguajes hablados en Europa tienen un pasado común, por eso se le llama indoeuropeos. Es decir, creo que pesa mucho el hecho de encontrar pares del otro lado, Colón en cambio no se encontró con pares, o más bien, nunca los consideró como tal, se encontró con seres carentes de esa tradición, la que los humanizaría, y eso lo cambió todo. Con la India hubo intercambio comercial, en Centro y Suramérica fue directamente saqueo, apropiación e imposición.


¿Entonces no hubo espacio a la negociación?


No oficialmente. ¿Qué es el sincretismo aparte de una manifestación de bipolaridad?, los indígenas fueron una cosa antes de la conquista y otra después de ella. Lo que pensamos hoy de “lo indígena” es una construcción que modeló la conquista y la colonia. Me atrevería a decir que lo indígena es la bipolaridad, ese estar en dos tiempos y dos lugares.

Y volviendo al tema, ¿qué tiene que ver todo esto con la música?

La verdad no lo sé muy bien, pero determinar qué es lo que somos me parece un paso indispensable, así lleguemos a la conclusión de que somos un subcontinente acomplejado, que reniega su pasado pero vuelve a él cuando busca identidad, y quiere a toda costa llegar al paradigma, pero no se da cuenta que aunque le llegó tarjeta de participación, nunca fue invitado.
Con la música pasa lo mismo. Ya tenemos una tradición, que aunque en parte es europea, lo es también africana e indígena. Está en la salsa, el son, la chacarera, el vallenato, la cumbia, el tex mex, el tango, la champeta, etc. Pero la academia le da la espalada, creo que es fundamental dejar los complejos académicos impuestos a ciertas músicas, y lograr algo similar a lo que sucedió con el jazz. Y de hecho se hace, pero muy poco desde el conservatorio. Es una lástima.

Y dónde queda la música clásica, hay una tradición latinoamericana?

Hay grandes compositores que le han dado un respiro a la tradición europea, gracias a una visión no europea. Pero el gran merito lo tienen los llamados músicos populares, son los que verdaderamente han logrado una propuesta particular.

¿Y tú qué serias?

Un músico de academia que aunque aprecia profundamente la tradición europea, no quiere saber más de ella.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, la tradición europea está muy bien aunque no queramos saber más de ella.
Pero...
1) ¿Está bien, conviene, es necesario, se justifica .... seguir provocando ese "profundo aprecio" en los nuevos músicos latinoamericanos que al crecer... también necesitarán desconocerla saludablemente?

2) ¿Y la academia contemporánea? ¿Será que no tiene nada que ofrecer?

3) Si responde sí a 2), es posible que haya que responder Sí a 1), por aquello de que toca comprender los procesos evolutivos, etc...
¿Es una simple trampa especulativa o hay algo de realidad en esto?

4) Si respondemos No a 3), desde alguna parte de mi corazón académico tendré que decir "apaga y vámonos". y asumir algunas consecuencias motivacionales bastante dramáticas.

Una discusión que empieza a tomar distancia de las inofensivas charlas de café. En todo caso, nadie se arrojaría desde la baranda del 2do. piso de un conservatorio después de una charla de café. Sobre todo por el grave peligro de sobrevivir a tan valiente postura musical ...

H

Anónimo dijo...

"...Rasa místico
En un acto de comunicación estética musical, "rasa" surge en todo aquel que "reverbera", se identifica con el corazón del músico y borra toda escisión entre "uno mismo" y "los demás". Este estado también es llamado "camatkara", siendo un ininterrumpido fluir placentero que se caracteriza por la presencia de plenitud interior. Para Bhatta Nayaca, "rasa" y experiencia mística son equivalentes, postulando un abandono y olvido a todo lo que es terrenal, circunstancial y personal. Esta experiencia transpersonal elimina toda polaridad, separación fragmentaria o sensación de identidad aislada, estática e independiente del fluir de la naturaleza...".
C. Fregtman, E. Gismonti
..."!intelectual aprende a morir!"...E. Takata
un abrazo desde la suiza
"mafe y elisa"

Irving Moncada dijo...

Muchachos, gracias por sendos comentarios, muy sustanciosos ámbos.

Me costó mucho trabajo entender el comentario de H, pero podría decir que la academia tiene el deber de cambiar, de lo contrario será obsoleta y morirá sola. Creo que hay cosas que están surgiendo en algunas partes interesantes, hasta Francia se ve fuertemente golpeada en su racionalismo con una academia teoricamente invatible, pero sin público. Pero allá los franceses con su música, lo que me preocupa es la nuestra. Creo que tampoco es para tirarse de la baranda del segundo piso, que bien sabemos está que se cae, más bien es para tener en cuenta que las cosas siempre están cambiando, y que si en algún momento a alguien se le ocurrió que la verdad en la música estaba en la armonía, y que por ser más (científica) tenía más validez académica, ahora sabemos que no es así, que se puede estudiar sin necesidad de ver corales, ni tampoco remitirse al clasicismo, que se puede no estudiar de hecho, y nadie va a decir escuchando un disco o yendo a un concierto que tal música tiene problemas de armonía (a menos que sea profesor de armonía), a lo sumo dirán que no les gustó.

Pero se pueden caer los conservatorios, quemar todas las partituras y los libros de teoría, destruir todos los instrumentos y morir todos los maestros, estoy seguro que igual seguirá habiendo música, por eso no me preocupo.

Déjar morir, o matar si es necesario.

Irving dijo...

Uhmmm, no digo eso, creo, era más bien una imagen poética. Tampoco hay que tenerle miedo a partir de la nada, eso es la cración, sentir lo que tocamos o componemos con la idea de que es algo único, y habla de quien lo hace, y al mismo tiempo habla de todos.

Anónimo dijo...

¡Eso sí es lindo! Nuevamente la poesía ocupa el lugar de algo que percibí como rechazante. Me gusta más ese Irving creador que el negador. Claro que todos tenemos nuestros demonios, negados con persistencia, pero es necesario que los obliguemos a que nos dejen respirar.
Gracias por la "aclaración"...
H