jueves, agosto 14, 2008

Mientras duermo

Estoy en el club Comfenalco, ahora Colsubsidio, donde solía ir a entrenar diariamente natación. No estoy en la piscina, estoy en los parqueaderos, voy de salida. Al mirar hacia un pequeño grupo de árboles que en la realidad no existen, veo el movimiento confuso de un cuerpo alargado y negro, se retuerce en la tierra. Pienso que puede ser una serpiente, pero apenas logro comunicárselo a quien me sigue, es evidente que lo es, pues ya deja de estar en las sombras, y sus particularidades son notorias, viene hacia nosotros, salta y vuela y se retuerce en el aire, es grande y alguien atina a decir que es una boa. Pero no está sola, de repente son muchas las que salen de la nada, las que saltan y parecen danzar enloquecidas , como si asistieran a un bacanal de serpientes. Salen de la tierra, de los árboles, de ellas mismas, se dividen y separan. Ya no son boas, son serpientes de toda clase que vienen volando hacia nosotros. Corro a la Avenida Suba, paro el tráfico y sé que tengo que volver, abajo está mi familia. Alguien pasa entre el tráfico con un palo en llamas, es un palo enorme, y se me ocurre que tengo que alejar a las serpientes con ese palo. Lo cojo, como si no pesara nada lo llevo conmigo y bajo, le digo a quien lo llevaba que me siga, que hay que alejar a las serpientes. Al llegar el panorama era muy distinto, mi padre está ahí, me dice algo, pero aunque no le entienda sé que está mal, veo a mi madre metida en una especie de zanja llena de agua. Me meto con ella y me dice que la picaron, está desnuda. Siento que tengo que salvarla, le digo que hay que salir de ahí, que hay que encontrar el antídoto. Me señala la serpiente que la picó, es una de esas que parece que tuvieran cachos, sé que es muy venenosa y tengo miedo. Con otro palo la molesto desde la zanja, está medio muerta, se mueve torpemente. Mi padre me dice que la cortaron, veo el resto de su cuerpo ya descompuesto a su lado, como si al decir eso mi padre hiciera realidad sus palabras. Un simio está ahora con nosotros, pasa en frente mío y sale de la zanja. Está muerto, pero se mueve y habla. Puedo ver sus intestinos a través del hueco que tiene en su barriga, me dice que me calme, que hay que esperar. De alguna manera me calman sus palabras, como si fueran las de un sabio, y olvido la idea de ir por el antídoto. Una mujer aparece ahora con nosotros en la zanja, me dice que a ella también la picaron, y se voltea y me restriega su vagina, está inflamada. Tomo su forma de actuar como un síntoma inequívoco de que en efecto fue picada. Mi padre está ahora en la zanja, el agua nos llega al cuello, sin embargo podemos ver lo que sucede fuera de la zanja. Alguien grita que ahí vienen de nuevo, todos gritamos y nos sumergimos, como si de esa forma pudiéramos evitar un ataque. Yo estoy en uno de los extremos del grupo, recién me doy cuenta de ello, siento el rozar de algo en mi espalda y finalmente me despierto. No estoy alterado, pienso en lo que acabo de vivir, me volteo y le digo a Carlos, que duerme: creo que tuve una pesadilla. Me responde algo inentendible. Me doy media vuelta de nuevo y vuelvo a dormir.

4 comentarios:

Irving Moncada dijo...

Extraño a juana, creo que la espanté.

Anónimo dijo...

Je,un poco… la parte en que alguien te refriega su vagina, pobre mujer… pero hace falta mas que un par de serpientes y mujeres exhibicionistas para espantarme, aquí estoy, solo q escribes mucho menos últimamente, y entre lectura y lectura a veces me quedo dormida…
!vaya sueño, acaso esta oscura la caverna?

Anónimo dijo...

Está chévere, me hizo sentir de verdad en el sueño

Jorge dijo...

el cuento tiene la fluidez onírica que necesita... parece q te hubieras acabado de despertar y lo estuvieras contando... bueno sobra un par de "clichés literarios" q nunca faltan jajjaa un abrazo. MUY BUENO