domingo, abril 09, 2006

Mi relación con los buses y el asombro uruguayo

Se me pidió escribir y criticar, para ver con qué salgo, respecto a un tema que conozco bien, no porque lo haya estudiado a fondo, sino porque he vivido en él y desde él; se trata del transporte público en Bogotá, y para ser más específico, de la disputa entre el viejo sistema heterogéneo y caótico de buses multicolores; mucho humo, pito a mansalva, y el aparentemente servil y pulcro transmilenio.

Pero antes de empezar, les pido remitirse al siguiente enlace metatextual: http://www.populardelujo.com/libro_01/textos/pdf/cebollero.pdf (no metrosexual) donde encontrarán un artículo de Mauricio Carreño sobre el mismo tema. En él, añora la perpetuidad del viejo sistema, apoyado en un amor desmedido y esnob (muy de moda hace unos años entre universidades bien que enseñan arte) por la cultura popular, amor que no pasa de un mero reconocimiento iconográfico, y de una vacuidad emocional asociada a ciertos elementos naturales al desenvolvimiento estético de las sociedades fuera de los contextos académicos, es decir, descubrir que la cultura popular tiene una estética tan válida y rica como cualquier otra nacida de los círculos intelectuales. Agua hervida. Los pobres son play muy a su manera. Que raye marica.

No es mucho lo que puedo aportar o decir. No estoy ni en contra ni a favor de ninguno, pero debo reconocerle a transmilenio el que haya podido leer varias novelas, cuentos y artículos, sentado en sus sillas rojas (y a veces azules), sin que mi retina peligrara tanto, porque desde que las lozas empezaron a hundirse, mis lecturas también se fueron hundiendo, y mi astigmatismo se fue subrayando con cada hundimiento. Pero fue allí, aún a pesar de ese pequeño inconveniente, donde leí Abbadon el exterminador, America, El libro de Manuel (no la de kafka), El síndrome de ulises, varias malpensantes, De carne y hueso, Angosta, El último round, la vaca, la información, y últimamente, la amena Experiencia, de Martin Amis. Estoy seguro que si hubiera leído esos libros sentado en una buseta, un cebollero o un colectivo, estaría casi ciego.

Recuerdo que empecé a montar solo en bus a eso de los 12 años, cuando iba a entrenar natación al club comfenalco (ahora colsubsidio). Cogía muy al frente de mi casa un ejecutivo (a veces superejecutivo) y al poco tiempo llegaba a mi destino. En esa época vivía en Suba. Fui muy chiquito hasta que me pegué el llamado "estirón", que no fue sino un estironcito. Me alcanzó para el 1:74 de estatura que mi cédula atestigua algo fraudulentamente. Por esta razón, cuando debía bajarme del bus, o recurría a la ayuda de alguien con la altura requerida (nunca una mujer) o saltaba agarrado al tubo oxidado, haciendo puntería con el dedo para dar en el reducido círculo asignado como timbre. Toda una labor harto dispendiosa y sin duda aflictiva, a esa edad donde todo me parecía bochornoso. Desde ahí las cosas empezaron mal, sería una relación unida por el odio y el tedio.

Pero los buses me dieron la oportunidad de no ir en la ruta del colegio, eran una alternativa interesante, que me permitía bajar a Unicentro (muy cerca a mi colegio) jugar maquinitas con mis amigos después del estudio, y después ir a mi casa, con poca plata, pero la satisfacción que le da a uno la independencia. El bus sin duda significa para mí independencia.

En la universidad la llamada independencia se fue para el carajo, y en su lugar empezó a acomodarse en mi espíritu, un resentimiento hacia esas cajas ruidosas, atestadas y lentas que eran los buses. Ir hasta los Andes desde mi casa y volver después, era a todas luces un suplicio.
Cómo me hubiera gustado poder leer algo en esos momentos estáticos en la séptima, en la 127, en la Suba.

Paulatínamente fueron llegando los buses rojos, con toda su renovación urbana y ciudadana. Pero nunca me han servido mucho. Para ir al portal del norte, la estación más cercana a mi casa, debo coger un colectivo o caminar 15 minutos hasta la parada de un alimentador. Lo bueno de empezar los recorridos en un portal, es que hay muchas posibilidades de conseguir una silla, lo que en mi caso significa: leer.

Creo que la discusión no es muy interesante, siempre pensé que Bogotá se merecía un metro, pero nos vendieron esta solución y ya que se le va a hacer. ¿Les colocamos vírgenes y figuras religiosas y hacemos retablos rojos y acolchonados en la parte delantera de los buses articulados para contentar a los que creen que se pierde autenticidad y cultura por montar en transmilenio?. ¿Cierto que suena ridículo?. Me gustaría que el sistema fuera menos excluyente, que los vendedores, como en el D.F, pudieran subirse a decir su carreta, que las estaciones tuvieran baños y comercio, que hubiera descuentos para estudiantes, que las malditas lozas paren de hundirse, que el alimentador llegara hasta la puerta de mi casa, que nadie se crea mejor persona por dejar sentar a un viejito, que la lástima impuesta no sea el motivo, en fin, muchas cosas. Pero me conformo con poder leer algo mientras voy a la U. Algo es algo. Deje así.

Por otra parte. El informe semanal que me dan sobre el movimiento del blog, me dice que hay varios uruguayos leyéndolo ( o al menos visitándolo), más que colombianos. Como el hecho me parece insólito, y por lo tanto interesante, les mando un saludo a los uruguayos que lean estas páginas, y les digo que fui al festival de teatro a ver una obra uruguaya que me gustó bastante. No es más por ahora. Con esto salí.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

No todo rasgo cultural es de por sí valioso y digno de conservación. Si dejarse casi arrojar al suelo sin protestar por una frenada brutal, estar acostumbrado a estirar la mano mágica para que el bus se clave atravesado en el tránsito, en cualquier parte de la calle, o que te hagan descender en mitad de cualquier avenida sin acercarte a un andén, son rasgos culturales... pues toca superarlos, y la única forma es con otro sistema que no nos permita seguir ejerciéndolos. Podemos ser extremos para demostrar ese argumento de que no todo elemento cultural debería sacralizarse: La amputación del clítoris a las niñas musulmanas de África, o la imposibilidad de enseñar la teoría de la evolución en tantas escuelas de EEUU, son rasgos culturales, en este caso originados en distintos fundamentalismos religiosos.
Es mejor apoyar las modificaciones culturales que signifiquen mejorar la vida de la gente, sin detrimento de lo que realmente tenga valor patrimonial.

Elaxolotl dijo...

Noto que H tiene algún fetiche religioso, muchos comentarios se han ido lenta y paulatinamente acercando a ese vórtice, en cuanto al asunto de los buses y las repentinas frenadas en las avenidas, pues hacen parte íntegra de la experiencia de un bus urbano, no se, si eso no pasara, sería subirse a una chiva a blanco y negro o algo peor, Irving, pérmiteme preguntarte ¿Estás seguro que tu visión está bien? no culpen a los buses por eso.

Anónimo dijo...

Fetiche religioso??? Lejos de mí semejante perversión (prefiero disfrutar otras). Simplemente creo que cualquier religión es retrógrada y restringe el afán de conocimiento a unos dogmas rígidos y la vida, a unas creencias socialmente opresivas (sí, en eso Marx acertó, y en estos tremendos tiempos eso se vuelve a comprobar dramáticamente).
Y en este blog, que también ha relatado algunas de esas opresiones, tonterías y falsedades, tengo el gusto de comentar lo que pienso sin que se enoje el dueño. Por lo demás, si disfrutas del bus urbano bogotano, que seas feliz... hasta que esa experiencia urbana sea reemplazada por cualquier otra.

Irving dijo...

un fetiche religioso? está más forzado que mi esnob. Pero bueno, cada cual lee y entiende lo que quiere leer y lo que quiere entender. Tengo que hacerme un chequeo, veo mal de lejos. Pero a pesar de mi mala vista percibo que el fetichista es otro, y su objeto los buses.

Elaxolotl dijo...

Claro, el fetiche de los buses, y pues para los que no me conocen tengo fetiche con la iconografía religiosa, pero para ser más clara mi acepción cuando dije fetiche religioso me refería por un fetiche al dogma, en cuanto había muchos comentarios que iban tomando ese giro, y cambiando de temas, no hay nada más bonito que un jesucristo en papel holografico en el cancel hace las veces de mampara enttre la primera fila de asientos y la cátedra del señor chofer, que bellos tiempos, y la Virgen del Carmen que nunca se la ve sentada, con su escapulario en la mano, no se, son cosas que hacen parte de un gran gran gran imaginario, pero son sólo imagenes.

Anónimo dijo...

Pues sí, hay mucha belleza y valores culturales en la iconografía y la producción artística religiosa. Desde Notre Dame y la Misa en si menor, hasta la Sagrada Familia de Gaudí, la iglesia pintada por Matisse, el Réquiem de Brahms, Jesucristo Superstar, El Jesús de Zefirelli y millares de obras artísticas en muchos lenguajes. Tampoco es que tengamos que ser trogloditas como los talibanes que dinamitaron las estatuas de Buda de 1300 años.
A propósito de buses, una página recomendada: busesdecolombia.com, de J.C.Pérgolis

Elaxolotl dijo...

Ay pero si ese señor es un Santo, un saludo cariñoso para Pérgolis donde quiera que esté, yo no soy el fanático furibundo de la tendencia esnob de lo popular, pero bueno no podemos esperar, escuchar misas barrocas en los buses ni que la ornamentación de los mismos corresponda a piezas únicas y artísticas, es el conjunto de elementos el que define una identidad como cebollero o colectivo, es decir, sino no se aplicarían frases del tipo "usted maneja como un busetero" sea el vehículo que sea, al igual que tampoco por más que en mi carro yo ponga terciopelo rojo abullonadito será jamás un cebollero, hay que verlo como un todo, ahora bien, tampoco esperaré que esté en un museo, sólo que se guarde un bonito recuerdo de él, más bien, como algo divertido y no siempre el tedio anquilosado de subirse en un dinosaurio metálico.
P.D. no odiemos a las religiones, discursos políticos y religiosos siempre son para agarrarse de las mechas, no sé, me parece que esa es la gracia de ser ateo, y lo digo por mi postura dogmatica (voy a tomar una foto de eso.)

Salvador Cerinza dijo...

uao en este blog si hacen muchos comentarios ......que si los cebolleros son buenos que si transmilenio es bueno que si marx dijo tal o cual cosa, al que cito a marx creo que no ha leido bien a marx (tal vez ni lo ha leido) cuando marx hablaba de la religion hablaba de lo necesaria que es la religion para la sociedad de ahi el simil con el opio el cual es necesitado por el adicto pero en fin no me interesa discutir sobre Marx ya que incluso puedee ser que yo lo haya interpretado mal y tal vez si diga lo que nuestro amigo dice que dice (y tal vez si lo leyo) para donde iba a si la lectura en los buses creo que mientras el transmilenio ha vivido yo he leido poderes terrenales de anthony burguess, rose madder de stephen king, el nombre de la rosa de eco como 5 novelas baratas de ken follet y otro tanto de jeffrey archer tu ganas jack de elmore leonard muchos comics revistas entre otros que me acuerdo y esto lo he leido en buses cebolleros que no en las elegantes van camps (cajas de sardinas rojas tambien conocidas como trashmilenio) y mi retina sigue en su puesto en el principio fui asiduo usuario de este remedo de sistema y fue rara la vez que pude sentarme y cuando me sentaba la gente encima mio no me dejaba leer (o el terror de que me pàraran de la silla azul) asi que tengo que disentir dee la facilidad de leer en el transmilenio vs cebollero (pero definitivamente en un metro debe ser mucho mas facil)

Anónimo dijo...

El adicto necesita opio (o lo que sea) para continuar como está, e incluso para ir empeorando lentamente. Leí unas pocas cosas de Carlitos, hace mucho. El capítulo 5 de El Capital, en un curso "alternativo" de filosofía, el Manifiesto, y El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Las demás fueron muchas lecturas "acerca de", como hace la mayoría. Pero ahora me siento más cercano a Chomsky. No cité sino que sólo mencioné, pero al parecer la frase célebre dice también que "...es el alma de una sociedad sin alma". ¿Y Ud. lo leyó? A propósito, recuerdo haber visto a alguien en los antiguos buses naranjas (sin cebollas), leyendo "El modo de producción asiático", en épocas en que se decía que Colombia era feudal. Un saludo.

Irving dijo...

Yo si no la logro en el cebollero, me da mareo, no se si sea tanto por la retina, pero en fin, cada cual con su experiencia. Y de marx si ni idea, alguna vez intenté el manifiesto, pero no me quedó nada. Gracias por comentar.