domingo, junio 04, 2006

Cuatro minicuentos de guerra












Mc Donalds y su aporte innegable a la estética bonarense


Insomnio

De su estómago brotaba sangre estrepitosamente, no podía creer que era eso para lo que me habían entrenado con tanto esmero y dedicación, que era eso por lo que sacrifiqué tener una vida normal. No me sorprendió que intentara apuntarme, ni que su bala me haya golpeado una pierna, era su última oportunidad de morir por alguna causa. Yo tenía que terminar con aquello y hacerlo de cerca, para saber finalmente de qué se trataba El Enemigo. Caí a su lado algo adolorido y pude ver las contorsiones de su cara, causadas, imagino, por el dolor. Oír sus gritos sordos que me maldecían indirectamente; yo entendía ese dolor, también era un poco mío. Pronto moriría, clavando esa mirada inexpresiva de los muertos en mi mente. Mi enemigo era él, pero él ya no está, ahora es sólo su mirada indolente que viene a visitarme todas las noches cuando pretendo dormir, como si tuviera una vida normal.

Irak

Cuando tengo miedo cierro las ventanas e ignoro lo que pasa afuera, pongo la música que mas me gusta a todo volumen y así, precariamente, logro atenuar un poco el estruendo de los bombardeos. Al rato logro tranquilizarme y hasta puedo quedar dormida a pesar de tanto ruido. Me pregunto cómo harán los que sienten miedo y no tienen ninguna ventana que cerrar y nada de música para atenuar el estrépito de los bombardeos.

Intercambio

Hoy mataron a mi hermano. Detrás de la puerta está ella, puedo oír sus gemidos. Mi padre intenta consolarla y de esa manera se consuela a él mismo. A mí nadie me va a consolar, vendrán más tarde a decirme que mi hermano se fue a estudiar a otro país de intercambio.

Realidad

Desde que su hijo regresó, no volvieron a alquilar películas de guerra, pues a él todas le parecían falsas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Irving ha logrado bastante experiencia y eficacia en el cuento corto... Es curioso cómo en estos últimos, cada uno es más breve que el anterior, pero de igual contundencia y fuerza dramática. Coincidiendo con una opinión anterior, creo que es hora de intentar un relato más extenso, de que se anime con un "mediometraje" en el que seguro hará que lo tengamos que leer de un solo tirón como nos tiene acostumbrados.

Anónimo dijo...

El "usuario anónimo" del comentario anterior fui yo. Por algún motivo involuntario no aparecí asumiendo su autoría.

Anónimo dijo...

Ya se me olvidaba que era todo esto de visitar el blog de Irving, y a pesar de mi estimacion debo admitir que mi visita esta mas encaminada a leerlo: HOracio. UN personaje exquisito. no se que seria de este blog sin el humor de horacio.

Anónimo dijo...

Uf! Gracias por subirle el ego al pequeño argentinito que todos llevamos dentro. Pero mis intromisiones aquí son por amistad con Irving, de cuyo talento creativo -literario y sobre todo musical- tengo sobradas pruebas.

Irving dijo...

Yo sé que sin sus comentarios sería un desierto con un ajolote.

Anónimo dijo...

sonó chistoso "pequeño argentinito" ¡mucho sarcasmo para un sólo comentario!
Saludos.

Anónimo dijo...

Justamente hablaba con una amiga de que habia perdido la capacidad de hacer mis sarcasmos evidentes, como en este caso

Anónimo dijo...

Perdonen me meto, pero es que ya me perdí, no sé quien dijo qué, el problema del anonimato, así sea involuntario como en el primer caso, saludos.

Anónimo dijo...

Un anónimo criticando el anonimato. No, si es hasta poético!

Anónimo dijo...
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