miércoles, mayo 09, 2007

Vallejo, la polvareda y su resaca

De Vallejo he intentado con El Desbarrancadero, Días Azules y Entre Fantasmas, mas ninguno logró llevarme hasta el final, a pesar de que suelo leer las obras completas, así no me gusten. Vi la película de la Virgen de los sicarios y no me pareció gran cosa. Leí Uno que otro artículo en SOHO y otros en la Malpensante. Vi el documental que le hiciera Ospina, La desazón suprema. Sé de sus opiniones acerca de las mujeres, los políticos, las estatuas de próceres, la iglesia, el papa, el príncipe, la literatura en general, Colombia, los niños, los perros, la música, la ciencia (también en general). Me divierto con sus ocurrencias mediáticas, que siempre sacan polvo, tanto, que es difícil ver más allá de la polvareda. Sé que es homosexual, que tiene una perra que ama, un piano de cola en su apartamento del DF donde toca Chopin a bajísimas revoluciones, que el acento no ha logrado perderlo, que le interesa aprender de todo, para inyectar algo del veneno que fabrica en su boca y en sus manos (con ellas escribe) por donde pasa.

Me aburre su literatura, su insoportable primera persona, incapaz de construir personajes fuera de sí mismo. Creo que es un tipo apto para los medios, una estrellita punk de la literatura. Fuera de su prosa rimbombante; de los odios desmedidos a sus congéneres, de su saber empírico del mundo y sus engranajes, queda poco, casi nada, sólo polvo, que a pesar de haber sido alborotado, vuelve pronto a su antigua calma.

Me pregunto ahora qué dirán las contratapas de sus libros, donde casi siempre hay alguna nota biográfica. Escritor Mexicano a secas, o, escritor que renunció a su ciudadanía colombiana, extrañamente obsesionado por denostar de ese país y sus habitantes, o, escritor colombiano, muy a su pesar, pues no ha podido dejar de serlo, aunque rompa cuanto papel diga Colombia en su apartamento del DF.

Y bueno, mucho se ha dicho sobre Vallejo, pero siempre media el apasionamiento, así que yo digo sin la más mínima pasión lo siguiente:

Fernando Vallejo, no me gusta tu literatura, me aburre. Tampoco comparto muchas de tus apreciaciones sobre el mundo, creo que la mayoría de tus posturas son un papel aprendido para ganar adeptos y contradictores, todos furibundos como tu mismo, alzando la voz para hacerse oír, sin querer escuchar al otro. Por donde pasas armas chispero, dejas las cosas fuera de lugar, muchas intentas romperlas, algunas logras ensuciarlas, sin embargo en la madrugada, un ejercito de empleadas domésticas se encarga de dejar todo tal cual estaba justo antes de que llegaras borracho y con tu mal humor, a pegarle a tu mamá; algunas hasta relucen más que antes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que ese personaje merecía es una nota como ésta. No declaraciones de traición, exultantes de ardiente patriotismo, que tal vez son las que busca provocar, sino la melancólica comprobación de una mediocridad fastidiosa y olvidable.

Anónimo dijo...

Mmmm... La verdad no creo que medie siempre el apasionamiento con Vallejo, y me alegro por eso. Así, no creo que sus posturas se ganen solo adeptos o contradictores furibundos; Vallejo no resulta ser el primer exagerado al que uno puede leer como tal (recuérdese por ejemplo a Nietzsche).
Yo mismo no he leído a Vallejo, pero me parece un personaje bastante simpático, con una que otra cagadita por ahí.