sábado, febrero 04, 2006

Ficción a medias (mientras la termino)



Reencuentro
Quería que fuera una sorpresa. Habían pasado meses desde la última vez que se vieron. Hablar implicaba contar cosas que nunca se entienden bien por teléfono, y por lo tanto mentir; además odia tener ese tono cordial y distante con alguien que quiere tanto, ese tono que el tiempo se encarga de definir y que sólo lo inesperado puede alterar; por eso el viaje improvisado, por eso el regalo en su espalda, peleando un lugar en el morral negro comprado en alguna rebaja, con el sánduche de salame, queso feta y lechuga que siempre se hacía para sus viajes.

Viajaba ansioso por el reencuentro y porque volvería a la ciudad, la que despertaba en él una energía inusitada, un desenfreno que en su plácida y aburrida ciudad nunca encontró. Pero no sabía bien qué, en especial, lo ponía tan nervioso (Porque si primero dije ansioso, fue para darle un matiz menos severo, menos preocupante, pero la verdad es que sentía nervios).

La última vez dejó sus secuelas y ahora volvía para sacudírselas en el mismo ambiente. De alguna manera sus motivos eran muchos, pero se concretaban en el deseo de querer verlo de nuevo, lo otro sería una consecuencia de ese reencuentro.

Los audífonos estaban al máximo, le gustaba ver los paisajes desoladores de invierno con el filtro sonoro de sus caprichos musicales reventándole en los oídos. Escuchaba el último disco de Radiohead; su música parecía creada para ese momento, para un estado de ánimo como el de él: inexplicablemente depresivo. El tren llegó sin retrasos, justo cuando el sol empezaba a ocultarse y la noche larga iba consumiendo piedra a piedra la ciudad.

Se deshizo con dificultad de la estación. Antes pasó por los baños del Mc Donald’s porque no le gustaba usar los del tren (parte de las secuelas estaban en ese lugar y quería poner a prueba su sistema nervioso). Orinó y salió sin verse en el espejo. Los audífonos se los había quitado antes de bajar del tren, así que afrontó la realidad sin banda sonora. Caminó por entre el caudal de gente hasta encontrarse del otro lado de la calle y comprobó finalmente que nada estaba tan mal como su corazón le hacía pensar, dentro de poco lo vería de nuevo y podría recuperar la tranquilidad que las estaciones siempre le arrebataban (pero bien sabemos que se encontraba intranquilo desde antes).

Bajó del autobús en un lugar impreciso para su memoria, creyó que recordaría donde se encontraba el edificio, pero siempre (tan sólo dos veces) había llegado con él, caminando. Sin embargo no tardó en ubicar la pizzería donde por primera vez probó ese dulce sin igual que es el mascarpone. Quedaba justo al lado del edificio de apartamentos donde él vivía con otros estudiantes. Timbró y esperó a que alguien abriera. En la calle no había casi gente, a esa hora preferían estar en sus casas resguardándose del frío. No hubo respuesta. Timbró de nuevo y ya impaciente comenzó a mirar hacia arriba, como si de eso dependiera que en el apartamento se dieran cuenta de su presencia. Nada. Se pegó al timbre hasta que una vieja que venía caminando se acercó y con la actitud de quien demora la cosa, timbró en algún apartamento, una voz desde el intercomunicador le gritó que quien era, ¡SONO IO!, dijo enfática, y la puerta se abrió como respondiendo a una clave. La vieja lo miró al pasar y por alguna razón que aún desconoce, le sonrió mientras pasaba a su lado, demorando sus pasos. Con el pie trancó la pesada puerta y esperó a que la vieja subiera, no quería que pensara que era un ladrón.

Si timbrar desde afuera había sido inútil, desde adentro fue ridículo, era evidente que no había nadie (pero por qué insistió tanto). De nuevo en la calle, con su morral negro en la espalda, caminó hacia el centro de la ciudad (quiso caminar hacia el centro, pero sus pasos escogieron un camino desconocido. Si ponerse en marcha y pasar la calle en una ciudad, fuera tan fácil como suena, no tendría porque precisar nada de esto).

Poner el pie en la otra acera y seguir hacia donde las luces brillaban más; no le costó trabajo alguno, fue pasar por aquel parqueadero lo que terminó por definir la dirección de sus pasos y lo que en últimas, empezó por augurar una noche extraña (¿así lo quería?) no lo sabía, pero siguió el juego, una ceremonia lo esperaba en la esquina de ese parqueadero. Era cuestión de sutilezas, de simples detalles que un ser urbano coge al vuelo. El carro esperó a que él pasara y después entró al parqueadero. Una operación aparentemente ordinaria que si no fuera por la mirada de reojo, no se hubiera desatado (pero mirar de reojo cualquier cosa era su manía, no podía castigársele por eso). Pasó justo en frente del carro rojo y miro sin detallar a su ocupante, miró por mirar, por reflejo. Media cuadra más adelante el mismo carro salía del parqueadero y le seguía los pasos. Su corazón se disparó. Supo entonces que esa simple mirada había generado el primer eslabón de una cadena de sucesos; otra historia en la urbe, esta vez él sería el protagonista, el juego había empezado. Pero no estaba seguro, el carro pudo no encontrar puesto en ese parqueadero y salió en busca de otro (si fuera sólo eso no se justificaba el ritmo desbocado de su corazón). Se dio media vuelta y caminó hacia el parqueadero, sin perder de vista (siempre de reojo) al carro rojo, que pareció perderse entre las calles. Se detuvo delante de la puerta del parqueadero, no podía seguir en esa dirección, tenía que seguir por donde iba, así que retomo su camino hacia las luces brillantes del centro, las que se insinuaban por encima de edificios no muy altos y se reflejaban rojizas, en la masa informe del cielo.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

cual es era el ultimo disco?

Irving dijo...

pues el último de ese momento, no importa en realidad. El que cada cual quiera.

Anónimo dijo...

era life in a glass house

Anónimo dijo...

Yo le apuesto a...
La canción pirámide.



No mentiras, a How I made my millions.

Anónimo dijo...

pyramid está bien.

Anónimo dijo...

Qué discusión tan irrelevante, en vez de percibir, por ejemplo, esa infinita soledad del personaje...

Anónimo dijo...

hagame el hijueputa favor de decirme que es irrelevante la discusión. Dios mio.

Anónimo dijo...

Es hijueputamente irrelevante, pues están discutiendo sobre qué canción escuchaba el muchacho, y es lo que menos importa en el cuento... simplemente oía algo de Radiohead, pero no se trata de eso, ya lo dijo el autor, "no importa en realidad". Dios mío.

Anónimo dijo...

sí.. tiene razón, si el autor lo dijo debe ser así(me salté ese detalle). perdón.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que era Motion Picture Soundtrack.

Irving dijo...

Bueno, mi error fue poner a una banda tan conocida y tan apreciada por muchos jóvenes en todo el mundo (es increible pero así es) y no dejar la opción de ficción pura al escribir algo como: escuchaba la música que creía adecuada para el momento; apabullante y desoladora. Pero mi opción fue delimitarlo con un momento, con una realidad identificable por muchos. Aún no sé si el dato sea irrelevante, creo que no, de hecho hay tanta identificación con la banda que ha sido el post con mas comments (perdonen, pero me los imagino leyendo esas dos palabras en un texto en español y entonces digo que vale la pena ponerlas). Nadie ha preguntado por el tren en el que se montó, ni por las calles por las que caminó, creo que cada uno imagina sus calles y sus trenes, de acuerdo a lo que conozca, pero con Radiohead, parece que se tuvieran preferencias, está bien, por eso dije que la cancion que cada cual quiera. Y espero que la irrelevancia no sea ni una costumbre, ni mucho menos un prejucio, escriban lo que quieran siempre, se lee todo con los mismos ojos, no?

Anónimo dijo...

POr Dios Irving eres tan ñoño. Claro que no.




Y era life in a glass house.

Anónimo dijo...

Ups. Me regañaron. Con calidad y tal vez con razón. Ok, irrelevaos los unos a los otros, y gloria eterna a Radiohead.

Irving dijo...

Aquí nadie a regañado a nadie y mi etapa radiohead ya pasó, aún me gustan pero nada de depresión, hacen buena música y ya. Ahora me gustan más los belle and sebastian, !que buena banda! y supergrass, otra bandota. En fin, esto dio para mucho, pero en últimas para nada, el dato no es irrelevante, esta conversación sí, la ñoñez tambien.

Anónimo dijo...

Bueno, presiento que algo de todo esto impactará en la terminación del cuento, que en últimas (supongo), todos esperamos leer.

Anónimo dijo...

no

Anónimo dijo...

Y gloria eterna a Radiohead que no es depresiva maldita sea

Anónimo dijo...

Pongo fin a esto.