miércoles, diciembre 07, 2005

Cuento (segunda entrega) Breve y sufrida, esperen más o haganme desistir.

Los meses siguientes, además de improductivos literariamente, fueron muy reconfortantes. Pudo volver con agrado a su antigua profesión y los insomnios desaparecieron. Su esposa reconoció su buen semblante y hasta tuvo tiempo para volver a hacer el amor y escuchar música. Pero la obsesión por las letras no tardo en reactivarse. La empresa entonces se hizo más compleja y difusa, al embarcarse en un proyecto monumental de escritura. Empezó a escribir una novela autobiográfica. La tituló: La muerte, ese vacío inmundo. Pasó los siguientes dos años escribiendo en jornadas extenuantes, embriagado de pasión romántica (como esta frase). Su esposa lo dejó, pues ya no tuvo más tiempo para ella. Él estuvo de acuerdo, pensaba que no sería definitivo y no intentó retenerla. Con un beso en la mejilla se despidieron

Solo, en su casa desvencijada y maloliente, terminó sus días. El tifo hizo de las suyas, permitiendo que la novela quedara inconclusa. Como toda buena novela autobiográfica, terminó abruptamente con la muerte inmunda de su autor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ush, que caspa de man ese escritor... toes que, la va a seguir o que?

Anónimo dijo...

el perro persigue su cola..despues de cuantas vueltas el perro se detiene?