domingo, octubre 30, 2005
Un pequeño manifiesto que encontré en mis archivos
Salí profundamente afectado de esa conversación, algo había pasado en todo eso que dijimos. Pensé en escribir el Manifiesto en ese mismo momento, hablar de todas las malas pajas, los momentos vacíos, las conversaciones insulsas, los lugares comunes, el temor al futuro, a la enfermedad, a fallar, a que me fallen, al zapping infinito, al tiempo, a no escribir nada que valga la pena, a no decir la verdad, a decirla burdamente, también hablar de las grandes frustraciones, de las pequeñas, que en ultimas son las mismas pero con distinto nombre, del desamor, del amor, del odio, del aburrimiento, de este comienzo de siglo tan extraño, de las guerras, de mis fobias, mis deslices, mis desfachateces, mi incredulidad, mi falso ateísmo, mi mediocridad, mi incapacidad de hablar con mi mamá, del temor de mi padre a acercárseme, de mi estupidez, de tantas palabras dichas a destiempo, de tantos intentos fallidos, de mi vida, que no para de redefinirse, y no para de sorprenderme, en un hotel en Armenia, en una sala de Chat, frente a la fría pantalla, en una novela que no pienso acabar, en una conversación premonitoria, en un sueño, en la voz de Carlos, en la tecnología cada vez más lejos de mi humanidad, de mis intereses, en cada momento perdido por una debilidad de carácter, por una sonrisa fingida, por una frase armada, por guardarme lo que siento, por no saber como decirlo, por decirlo mal, por incomprender a los demás, por sentirme incomprendido, por la soledad, por la compañía indeseada, por la estupidez, por el clima equívoco, por la enfermedad, por no entender qué pasa, qué quiero, qué siento, qué es real, qué me afecta y qué no, mencionar también los amores no correspondidos, los falsos, los dolorosos, los imposibles, los de una noche, los de toda una vida, los aberrantes, los sexuales, los impulsivos, cómicos, lascivos, aburridos, intensos, abatidos, obligados y soñados, maldecir las malas comidas, las presentadoras de farándula, el metal gótico, las niñas estúpidas, los relojes, el mal tiempo, el buen tiempo, la felicidad, la tristeza, las religiones, a dios, a tanta veleidad que se dice en su nombre, al cine colombiano, a las comedias gringas, a la palabra gringo, a la caridad, la comida de mar, los animales que se extinguen, los niños que no paran de morir de hambre, los jingles, las propagandas de detergentes, la opera, los cuenteros que se creen muy chistosos, la pelota de letras, los realities, las novelas, los actores, los escritores, a los que creen que se ven mejor hablando en ingles, a los rubios, los ojiazules, los niños ricos, la pobreza, la falta de ingenio, el trafico bogotano, los políticos, la arrechera, los bebes, los perros babosos, la mierda sin recoger, la diarrea, la palabra destino, la física subatómica, las novelas históricas, las filosofía contemporánea, el arte, los cantantes pop, al presidente de Colombia, la reelección, los petroleros, los fabricantes de armas, la gripa aviaria, los huracanes, el conflicto palestino, los políticos, sus políticas, la propaganda, los subliminales, la psicología moderna, la historia patria, los próceres, la represión, el castigo, el secuestro, la tortura de escuchar a shakira, los noticias de último minuto, el fin del mundo, los relíanos, los masones, los templarios, los alquimistas, la locura, la rumba de fin de semana, el halloween, la navidad, la semana santa, las vacaciones, los trabajos mal pagos, los archimillonarios, los miserables, los arribistas, los revolucionarios, los conservadores, los izquierdistas, los científicos, la tecnología, la jaqueca, la falta de humor y este mismo manifiesto que no termina y no debe terminar.
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5 comentarios:
Señor Don IRving, el texto un poco redundante, pero al final se crea algo de ritmo interesante. (Espero estar involucrado en alguna parte del texto -ojala positiva-)
maldecir a los niños que no paran de morir de hambre?
maldecir no a los niños que tienen hambre, simplemente los niños que tienen hambre, maldecir sobra, los niños que tienen hambre estan ahí siempre inexpungiblemente igual que los niños ciegos.
Sí hay ritmo, y la redundancia incluso puede ser poética, pero si escribes con rabia hay cosas que pueden escapar de tu control, y hasta producir un sentimiento de pesar. Revisa y revisa y revisa ...
Lo que comenta Horacio, es importante, auque hay que saber cuál es la intensión verdadera que hay detras de tus textos,y de acuerdo a ello re:visar: Señor Don Irving.
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